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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un parche muy útil

La ayuda del Eurogrupo salvará la crisis griega, pero apenas avanza en la unión económica

A juzgar por las primeras reacciones de los mercados, el compromiso alcanzado el jueves por los países del Eurogrupo para ayudar a Grecia, mediante una combinación de préstamos bilaterales concedidos por ellos mismos y de ayudas del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha conseguido el objetivo que se le presumía de atajar la especulación contra la deuda soberana griega. Era la cuestión más urgente que tenían sobre la mesa los países del área euro; y que la han resuelto correctamente queda demostrado por la reacción de satisfacción del Gobierno griego.

Si los indicios bursátiles se afianzan, quedará demostrado que habrá bastado el simple anuncio de unas medidas de apoyo, sin necesidad siquiera de aplicarlas. Razón de más para lamentar el mes y medio transcurrido desde que se dio el primer paso, cuando los 27 expresaron, entonces sólo de boquilla, su solidaridad con Grecia. El retraso ha tenido un precio: cada día transcurrido desde la última cumbre le ha costado al país víctima (y culpable por sus anteriores incumplimientos) una buena cantidad de dinero adicional.

La utilidad inmediata de la decisión no oculta ni su escasa ambición, ni su minimalista proyección a largo plazo. La acotada cuantía del apoyo (quizá 20.000 millones de euros) contrasta con la larga lista de cautelas y condiciones: la ayuda no será comunitaria, sino individualizada a cargo de la suma de los países de la zona euro, y a título "complementario" de la dispensada por el FMI; se otorgará sólo como último recurso, si los mercados se cierran a Atenas; se decidirá por unanimidad y se desembolsará voluntariamente; no incluirá subvenciones al tipo de interés.

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Los Gobiernos de la UE, y especialmente el mentor de este mecanismo, Alemania, no fueron tan exigentes cuando concedieron ayudas a sus bancos en crisis, por casi dos billones de euros, frente a los pocos miles que se juegan en el caso de Grecia. La apelación a una "sustancial", aunque no mayoritaria ayuda del FMI, condición impuesta por Berlín y favorecida por la opinión anglosajona, es práctica y barata, sí. Pero este solapamiento evidencia que se ha desaprovechado la ocasión de enriquecer la unión monetaria con los elementos más sólidos de una verdadera unión económica, mucho más allá del Pacto de Estabilidad, instado por el mismo país que boicoteó su aplicación en 2003 y lo difuminó en 2005, cuando le perjudicaba.

Útil, pues, pero parche al fin y al cabo.

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