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Reportaje:

Español sin pisar España

Bezabeh, esperanza para el Mundial de cross, vive más en Etiopía

Carlos Arribas

¡Ay!, se lamentan marzo tras marzo los nostálgicos, ¡qué tiempos aquellos de Mariano Haro, que nunca volverán! ¡Ay, si volvieran!

Corren vísperas del Mundial de cross, antiguamente llamado Cross de las Naciones, una competición a la que sólo seis países han enviado un equipo todos los años desde su invención, en 1973. Entre ellos, España, país en el que la cultura del cross sigue floreciente; país que, 35 años después de la tercera y última medalla de plata del enjuto y racial campesino palentino, cuenta por primera vez con un candidato al podio, un atleta que se llama Alemayehu Bezabeh, que sólo pisa por España para competir, que ayer perdió el avión en Estambul, que durmió en Múnich y llegará hoy a Bydgoszcz (Polonia), donde mañana se corre el Mundial, 24 horas más tarde que el resto.

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En España, país al que llegó como inmigrante sin papeles en 2006, Bezabeh es una figura melancólica de ojos adormilados que se pasea silencioso por los pasillos de la residencia Blume y se entrena, uno más, en el grupo de Manolo Pascua. "Tiene la novia en Etiopía. También a su familia", dice su masajista y confidente, José Bodoque; "no se ha adaptado bien a la vida europea, y menos mal que se ha echado una cuadrilla de amigos, trabajadores etíopes en Madrid, y de vez en cuando sale a despejarse".

En Etiopía, su país de nacimiento y crecimiento, Bezabeh, español desde 2008, vuelve a ser persona, come lo que le ha hecho ser como es, vive como siempre, con quien quiere vivir, y hasta los entrenamientos le cunden más. Quizás porque los efectúa en altura, como los cientos de fondistas etíopes de gran nivel que siguen la senda de Abebe Bikila, Haile Gebrselassie, Kenenisa Bekele; quizás porque los disfruta, no los sufre. "Lo tiene todo perfectamente organizado", dice Pascua, que habla con él varias veces a la semana y que medita subir al altiplano de Addis Abeba el próximo invierno con un grupo de atletas españoles; "tiene contratada, por un euro al día, una liebre para ayudarle. Y, por los tiempos que me ha pasado, está muy bien para Polonia, aunque quizás su año será el próximo, con el Mundial en Punta Umbría, en casa".

Todos los títulos que ha conseguido el pasado invierno llegaron después de estancias de varias semanas entrenándose en Etiopía. En diciembre, Bezabeh se proclamó campeón de Europa de cross. Llegó de Etiopía dos días antes. Después de competir la primera quincena de enero en varios cros, volvió a su tierra. Regresó un par de días a principios de febrero para liderar a su equipo, el Bikila de Toledo, en la conquista del título europeo en Bilbao y para justificar la beca con que le ayuda la Junta de Castilla-La Mancha. Retornó al día siguiente, el 8 de febrero, a Addis Abeba y allí permaneció hasta el 6 de marzo. Volvió, ganó el Campeonato de España y avión de nuevo a Addis Abeba. Hasta ayer. Para ahorrarle molestias, la federación española le organizó un viaje Addis Abeba-Estambul-Múnich. En la ciudad alemana debería juntarse con los demás españoles para las dos últimas etapas, Múnich-Gdansk, en avión, y Gdansk-Bydgoszcz, tres horas en autocar. La cadena se rompió en el segundo eslabón. Pascua, en ascuas, no parará tranquilo hasta que lo vea en Polonia. Del éxito de la última escala quizás dependa la medalla que permita, 35 años después, que un atleta español que no pisa por España haga a la afición hablar de nuevo de Mariano Haro.

Bezabeh, entrenándose en Madrid en 2007.
Bezabeh, entrenándose en Madrid en 2007.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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