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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El diablo en el cuerpo

En La mujer del cuadro (1944), Fritz Lang logró, con lo que hoy se sancionaría como recurso narrativo frustrante y gastado por el uso, transformar las constantes y arquetipos del film noir en emanaciones oníricas de una fantasía privada: la femme fatale, el crimen y el chantaje eran, en suma, las piezas de una partida del subconsciente sobre el tablero de la culpa, bajo la atmósfera enfermiza que fusiona el sueño erótico con su reverso, la pesadilla lúbrica. Quizá no sea tan descabellado afirmar que, en cierto sentido, Luna caliente funciona como un eco de La mujer del cuadro en la filmografía de Vicente Aranda, que tiene en la pasión (y sus abismos) uno de sus temas obsesivos: lo que al espectador le puede parecer excesivo, incorrecto, torpe y hasta ridículo en esta película, tan consecuente como anómala, podría tener su coartada redentora en la textura de alucinación culpable que la recorre, pero que el director no explicita.

LUNA CALIENTE

Dirección: Vicente Aranda.

Intérpretes: Thaïs Blume, Eduard Fernández, Emilio Gutiérrez Caba.

Género: drama. España, 2009.

Duración: 90 minutos.

Adaptación bastante fidedigna de una novela del argentino Mempo Giardinelli -ya llevada al cine por su compatriota Roberto Denis en 1985 e inspiradora de una teleserie brasileña en 1999-, Luna caliente aporta su nota más malintencionada en el nuevo contexto de su trama, que pasa de la Argentina dictatorial a los alrededores del proceso de Burgos: el detalle sirve al conjunto, pues una culpabilidad colectiva -la coyuntural simpatía roja por el diablo etarra- enmarca la culpabilidad íntima del protagonista, poeta con empleo en la Unesco al que Eduard Fernández aporta sudor frío sobre alma torturada por-lo-que-ocurre-de-cintura-para-abajo. En realidad, la película no parece abordar tanto el delicado tema de la fantasía femenina de la violación, como el reflejo de éstas y otras fantasías sobre una psique masculina que parece funcionar a propulsión genital.

Aranda va puntuando el metraje con citas textuales que, en algunos casos, parecen convertir Luna caliente en una declinación rarísima de El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde. Áspera, imperfecta y con visibles ganas de incordiar, la película tiene el mérito de llegar a una secuencia cercana al cine de Kim Ki-Duk partiendo de una novela que incluye frases como: "La sábana revuelta cubría una pierna y mostraba la otra, como si la tela fuese un difuminado falo que merodeaba su sexo". Y eso no es precisamente fácil.

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