_
_
_
_
_
Reportaje:

"Mi mujer y mis hijas me han relajado"

Federer destaca el papel jugado por la familia en su regreso a la cima del tenis

Resuenan los camiones, hay una invasión de peones y, en pleno desmontaje del Abierto de Australia, Roger Federer, el campeón, se presenta con el trofeo y su sempiterna gorra. Está tranquilo: "En calma". A sus 28 años, casado y padre de dos niñas, se ha liberado. El monstruo ha muerto... ¡Viva el monstruo!

En 2008, eliminado en las semifinales del torneo, el tenista suizo debió luchar contra el estupor general, ya que se consideraba imposible su derrota. "He creado un monstruo", dijo entonces. Los dos años siguientes, exitosos en triunfos, pero no tan brillantes como los anteriores, le han regenerado. Rafael Nadal le quitó el número uno mundial y debió asumir que no era infalible. Y de esa realidad más normal, menos de leyenda, surgió un Federer sin cargas para ganar en cuatro de las seis últimas citas del Grand Slam, que siempre le tuvieron como uno de los finalistas.

El suizo recuerda que si paró en seco en 2008 fue por culpa de una enfermedad

"Es duro hacer eso una y otra vez", dice Federer ante un reducido grupo de periodistas; "en 2008 empecé a dudar de mi cuerpo, de mi situación... A finales de 2007 estaba jugando mi mejor tenis. Estaba impresionado por mi nivel, las bolas que recuperaba, los reveses a la línea... Entonces, en 2008, me puse malo [sufrió una mononucleosis]. Fue decepcionante. Se decía que ya no era el mismo".

"Había perdido un poco de movilidad y la he recuperado, como mi derecha", analiza; "sabía que no quería jugar defensivo y por eso, quizá, buscaba demasiadas cosas con mi derecha. Eso tuvo que ver con mi confianza. Una de las grandes lecciones se derivó de no tener agencia de representación ni entrenador. Aprendí mucho. Ahora estoy con Severin [Luthi, también seleccionador de Suiza en la Copa Davis], que es un amigo y me ayuda. Creo en él. Hicimos un plan. Me decían que necesitaba un entrenador. Yo les respondía: 'No. Hacerme caso. Tengo a Severin".

En Melbourne, Federer se alojó en el hotel Crown. "Estar con las niñas es diferente, divertido", razona tras haberse convertido en el primer padre que gana un grande desde que lo hiciera el estadounidense Andre Agassi en 2003; "son muy buenas, aunque sé que cuando crezcan vendrán momentos más duros. En este tiempo [en referencia a su matrimonio y sus hijas] han cambiado muchas cosas, pero el éxito se mantiene. La familia me da calma. Me siento relajado".

Federer ya jugaba cuando el norteamericano Pete Sampras sumó 14 grandes y se concluyó que aquello era irrepetible. Vivió la época de los sacadores tremendos, de las cargas a la red, de los partidos sin intercambios... Ahora, cuando él cuenta 16 y el estilo ha cambiado -todo se basa en la línea de fondo, con los jugadores hechos atletas-, ha sabido adaptarse y seguir dominando: "Este triunfo me da seguridad. Se trata de mantener el nivel. No tengo que demostrar nada".

Roger Federer junto a su esposa, Mirka Vavrinec, durante un torneo de golf en Shanghai.
Roger Federer junto a su esposa, Mirka Vavrinec, durante un torneo de golf en Shanghai.ASSOCIATED PRESS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_