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Columna
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Guti, el singular

Andoni Zubizarreta

En medio del debate de qué taconazo ha sido el más espectacular, en medio del debate de si cuántos centímetros son los que invalidan la puesta en acción de una falta, en medio de la sorpresa al saber que de aquellos dos que cabalgaban juntos uno se ha quedado en medio del río sin caballo y sin equipo, en medio de todos estos definitivos debates que nos propone el fútbol, me quiero quedar con dos, uno casero, otro mundial. Lo local y lo universal.

De lo casero, una reflexión sobre la última resurrección de Guti. Dice un amigo mío, culé hasta la médula, que el 14 blanco sin los tatuajes, o por lo menos sin los más escandalosos, sería un buen fichaje para la medular blaugrana. Y lo remarca porque considera que Guti es de ésos que encuentran espacios donde otros ven multitudes, lo que le emparenta con esos medios centros de la factoría del Barça. Y a mí Guti me recuerda a aquellos excelentes jugadores que teníamos en mis primeros tiempos azulgrana, aquéllos que creaban donde no había nada, aquéllos que convertían el fútbol en algo diferente por lo que merecía pagar la entrada sabiendo de antemano que tal vez hoy no iba a ser su día, sabiendo que los sábados de luna nueva, a las 21 horas y con lluvia eran los peores días para que el talento se pasease por el césped del estadio blaugrana. Y uno acababa por no saber si era el día, la hora, la luna o la humedad, o todo junto, pero aquél, definitivamente, no iba a ser el día bueno. El caso es que me debato entre el reconocimiento de una forma de ver el fútbol singular y diferente, con todas las propuestas novedosas e innovadoras, con el valor de lo diferente, todo ello situado junto a la dispersión, la continuidad discontinua, cierta parte que se relaciona también con mi propia prevención ante el gesto y la imagen del 14 blanco. Ni más ni menos que el eterno debate entre lo conocido y lo diferente.

El '14' blanco me recuerda a aquellos excelentes jugadores del Barça que creaban donde no había nada

De lo lejano, decirles que he decidido hacerme togolés en materia de fútbol. Y puede que alguno de ustedes haya deducido que ante mi indefinición del asunto Guti haya decidido alejarme lo más posible y convertirme en un experto en fútbol africano y en concreto en el de Togo. Podría ser una buena forma de solucionar mi dilema del anterior párrafo, pero he de confesar que no son ésos los motivos para mi cambio de nacionalidad futbolística, sino mi deseo de solidarizarme con sus futbolistas, aficionados y federativos sancionados por haberse retirado de la recién finalizada Copa de África. En este momento en el que en España debatimos sobre la exacta justicia de las sanciones deportivas, en este momento en el que todos sabemos algo más de atenuantes y agravantes para definir la magnitud de una sanción futbolística, justo en este momento, a los dirigentes del fútbol africano no les ha parecido suficiente argumento lo que sucedió con la expedición togolesa a su llegada a territorio angoleño. No sé si habrá sido que la cantidad de fallecidos ha sido baja o si los minutos de tiroteo no han sido los suficientes o si las balas recibidas por el autobús togolés no han llegado a cubrir el mínimo de las necesarias para justificar el abandono de la competición. O si aquello de que el espectáculo ha de continuar es más importante que todo lo anterior. O si estamos todos locos. Yo, de momento, me he hecho togolés. En lo del 14 madridista me lo estoy pensando.

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