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China avisa de que reducirá el crédito y provoca una sacudida en las Bolsas

El Banco Mundial alerta del impacto de las restricciones de financiación

Claudi Pérez

Vuelve la desconfianza, si es que alguna vez se fue. En medio de la peor recesión de las últimas décadas, las Bolsas vivieron un 2009 eufórico a pesar del paro, a pesar de los problemas en la banca, a pesar del batacazo de las grandes economías, a pesar de todo. Pero 2010 no será un camino de rosas. China avisa de que piensa restringir el crédito ante el temor a que se esté hinchando algo parecido a una burbuja. La persistente incertidumbre sobre Grecia y la débil recuperación europea llevan semanas tirando hacia abajo del euro y presionando sobre la deuda pública. Los resultados de los bancos estadounidenses no son lo que se esperaba. Todo eso se mezcló ayer y provocó una fuerte sacudida en la Bolsa: notables caídas de Shanghai a Nueva York pasando por Madrid, que se dejó el 2,6%, la mayor bajada en cinco meses.

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Las autoridades chinas aseguraron ayer que el crédito debe reducirse sustancialmente -tras crecer a ritmos del 30%- y siguen dando señales en ese sentido: el Banco de China ha empezado a reclamar un mayor coeficiente de caja (el dinero que las entidades están obligadas a depositar en el banco central, y por tanto no pueden prestar), y se avecinan subidas de tipos de interés. El objetivo es evitar en lo posible una burbuja. Y el miedo es que eso afecte al crecimiento chino, y con él arrastre al conjunto de Asia y a los principales países emergentes, en un efecto dominó del que no se libraría EE UU, ni Europa, ni prácticamente nadie.

El cerrojo al grifo del crédito no es una exclusiva de China. Es un fenómeno global, aunque por razones distintas. El Banco Mundial publica hoy un informe sobre el impacto de las restricciones en la financiación en todo el mundo, tras unos años marcados por los excesos. "Llevará años reconstruir las economías y recuperar los empleos que ha barrido la crisis. El problema es que las condiciones financieras se están haciendo cada vez más estrictas, tanto por la necesidad de desendeudamiento como por la nueva regulación en ciernes y los problemas del sector financiero, que conllevan una menor disponibilidad de crédito. La consecuencia es una recuperación que tal vez sea aún más débil de lo que se creía, con consecuencias muy serias para los países pobres", explicó a este diario Andrew Burns, autor principal del estudio.

Pero el desasosiego tiene otras muchas caras. El temor sobre la crisis de Grecia -amonestada ayer por la UE a causa de la mala calidad de sus estadísticas- se dejó notar en la evolución del euro, que cayó con respecto al dólar y a la libra esterlina. En realidad, la moneda única lleva ya unas semanas a la baja. Las razones: "Las débiles señales en la recuperación económica europea, y la desconfianza acerca de la credibilidad en el manejo del déficit público de varios países", explicó Pablo Guijarro, de Analistas Financieros Internacionales. La deuda pública no deja de dar señales inquietantes: los inversores se decantaron ayer por la seguridad de los bonos alemanes, cuya economía enfila mejor que otras la senda de la reactivación. Y se ensañó con Grecia, pero también -aunque en menor medida- con Portugal, Italia, Irlanda y España. El tipo de interés de los bonos a 10 años españoles está por encima del 4%, en máximos de los últimos seis meses. El diferencial con el bono alemán, que mide la confianza en uno y otro país, no deja de ensancharse. "La deuda pública de Italia e Irlanda está evolucionando comparativamente mejor que la española últimamente, y eso es un signo de desconfianza", explicó José Luis Martínez, de Citi.

En fin: la volatilidad vuelve a los mercados, y volatilidad es sinónimo de incertidumbre. "No entra dinero fresco, los accionistas siguen prefiriendo las emisiones de bonos de los bancos y de los Gobiernos, en teoría más seguras", cerró Martínez. En pocas palabras: rehúyen el riesgo. En menos palabras aún: desconfían.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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