Cuento en un escenario enano

Inspirado en un cuento de Charles Perrault, La Cenicienta existe en ballet desde el siglo XIX, y la versión que ha dado permanencia al título es la Zolushka moscovita, estrenada el 21 de noviembre de 1945 en el teatro Bolshoi, con la coreografía de Rostislav Zajarov sobre Prokofiev, su sexto ballet y probablemente su última gran partitura escénica.

La primera Cenicienta moscovita fue Olga Lepechinskaia y marcó el papel con su lirismo y fuerte técnica. Prokofiev había empezado la partitura en 1940 y la II Guerra Mundial había detenido el proyecto, originalmente concebido para el teatro Kirov de Leningrado. Fue el primer gran ballet de creación tras la guerra y un triunfo mayúsculo, aunque Prokofiev disentía de los decorados y trajes del gran pintor Petr Williams, que consideró "inútilmente extravagantes". Más tranquilo se quedó el compositor con la versión debutante de Konstantin Sergueiev en Kirov un año después, cuyos telones dibujó Boris Erdmann.

La versión de Moscú siguió triunfando y en 1961 los estudios de cine Gorky se empeñan en un gran filme del ballet registrado en Agfacolor y destinado al comercio mundial y a la difusión del ballet soviético. Aún hoy se vende en DVD como uno de los filmes de danza mejor hechos jamás. Allí Cenicienta es la gran Raisa Struchkova y su príncipe Gennadi Lediak. El otro aliciente de la película es que una jovencísima Ekaterina Maximova hace el Hada Primavera.

Todo esto, que parece historia antigua, no lo es, y está contenido de una u otra forma en la imaginativa versión que se ve en el magro escenario de Gran Vía, con un bonito vestuario de aire feérico.