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Reportaje:VAMOS A... LA ISLA DE PASCUA

Los vigilantes del Pacífico Sur

Microcosmos en Isla de Pascua, uno de los lugares más solitarios del planeta, destino de poetas y aventureros

Antigua Rapa Nui, patria sin voz, / perdónanos a nosotros los parlanchines del mundo. / Hemos venido de todas partes a escupir en tu lava. / Llegamos llenos de conflictos, de divergencias, de sangre, / de llanto y digresiones, de guerras y duraznos". Durante más de 1.300 años, el único mundo conocido por los primitivos pobladores de Rapa Nui fue el reducido espacio de su pequeña isla. Un triángulo de apenas 24 kilómetros de largo por 12 de ancho. A este minúsculo universo, situado en medio del Pacífico Sur, a 3.700 kilómetros de la costa sur de América (el territorio más remoto y apartado del planeta y el que, durante siglos, albergó a la comunidad humana más aislada de la tierra), llegó Pablo Neruda en enero de 1971. El escritor dedicó un poemario a la isla, La rosa separada, que es una lectura imprescindible para los viajeros que se enfrentan aquí a "la soledad redonda de todo el mar reunido".

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Isla de Pascua se formó hace millones de años por la actividad de tres grandes volcanes hoy extintos, localizados en los vértices del triángulo isleño. El territorio es como una inmensa piedra pómez recubierta de vegetación y llena de cuevas y cavernas que sirvieron de refugio durante siglos a los habitantes.

Rapa Nui, conocida por ellos como Te Pito o Te Henua, "el ombligo del mundo", siempre ha estado rodeada por la inmensidad oceánica, un cielo abrumador y el mayor de los misterios, contado así por Neruda: "Cuando proliferaron los colosos / y erguidos caminaron / hasta poblar la isla de narices de piedra".

Desde la llegada a su costa norte de Hotu Matua, en el siglo IV, hasta que es descubierta el día de Pascua (de ahí su nombre) en 1722 por el navegante holandés Jakob Roggeveen, la isla vivió una enigmática y fascinante existencia.

Los primeros seres humanos que alcanzaron la costa noroeste (la playa de Anakena) parece ser que procedían de las islas Marquesas, a 3.200 kilómetros de distancia. A lo largo de las 57 siguientes generaciones, los escasos pioneros se multiplicaron rápidamente dando lugar a diferentes linajes o tribus. Llegaron a alcanzar una cifra cercana a las 20.000 personas. Una densidad demográfica excesiva que, con el paso del tiempo, generó fuertes tensiones a la hora de disputarse los cada vez más escasos recursos naturales. Conflictos que diezmaron la población, que quedó reducida a no más de 500 individuos.

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En este pequeñísimo cosmos, la remota civilización pascuense creó, durante siglos, cientos de colosales y misteriosas figuras de rostro hierático: los moáis. Estas figuras llegaban a medir hasta 12 o 15 metros de altura, y algunas de ellas, según cálculos de Thor Heyerdahl, a pesar del equivalente a 10 o 12 elefantes o 100 caballos. Estos enormes e intrigantes ídolos representaban a deidades locales o antepasados notables. Para la escritora Jennifer Vanderbes (Nueva York, 1974), autora de la novela Isla de Pascua, su misterio estriba en que "no se sabe bien si son religiosas, si reflejan el mal o el bien, si son dioses o diablos, aunque parece más bien que son creaciones artísticas civiles, ancestros más que dioses".

Después de ser esculpidos, los gigantes de toba volcánica eran trasladados a más de 15 kilómetros de distancia, para después ser situados sobre los ahus, una especie de altares ceremoniales. Los moáis siempre se colocaban de cara al poblado y de espaldas al océano, porque, según la tradición, las figuras protegían con su mirada a los moradores de la aldea o a los miembros de la tribu. Se calcula que debieron realizarse más de mil moáis, de los cuales hoy día, gracias a los recientes trabajos arqueológicos, pueden verse algunas decenas de ellos sobre sus emplazamientos originales. No obstante, buena parte de los moáis permanece en diferente estado de acabado en la cantera de Rano Raraku, de donde se extraían, o varados en diferentes lugares de la isla, de camino a sus destinos finales, a los que nunca llegaron debido a los conflictos tribales que lo impidieron o por simples accidentes en su traslado.

Desconcierta pensar cómo pudieron transportar estas descomunales tallas de piedra a lo largo de la isla. Muchas han sido las hipótesis, pero quizá las más creíbles son las que tienen que ver con la tradición popular, que dice que las figuras iban andando hasta los ahus. De alguna forma los colocaban en posición vertical sobre troncos y los remolcaban, o los hacían oscilar de izquierda a derecha, arrastrándolos como si caminasen.

Contemplar la puesta de sol desde el pueblo ceremonial de Orongo o ver amanecer desde la península de Poike o la playa de Anakena resultan experiencias que pueden conectar al viajero con la cautivadora esencia pascuense. Aquí siguen unas indicaciones de lo imprescindible para hacer planes en Isla de Pascua.

01 Rano Raraku

"Saludo primero al cráter, a Ranu Raraku, a sus párpados / de légamo, a sus viejos labios verdes: / Es ancho, y altos muros lo circulan, lo encierran, / pero el agua allá abajo, mezquina, sucia, negra, / vive, se comunica con la muerte". La exacta descripción de Neruda nos lleva a uno de los lugares más inspiradores y enigmáticos de la isla. Rano Raraku es un volcán extinto en cuyo cráter existe un gran lago repleto de exuberante vegetación. Rano Raraku es la cuna de la historia de Rapa Nui, porque de su cantera salieron todos los moáis de la isla. En la cara este del interior del volcán hay un total de 80 moáis, de los cuales 20 permanecen en pie, otros muchos están caídos y una gran cantidad aparece a medio terminar. Desde la parte alta del cráter se disfruta de una magnífica panorámica sobre el interior de la caldera y hacia los 15 moais de Ahu Tongariki, ya en la costa. En la ladera exterior del volcán asistimos a un auténtico y milenario espectáculo: un museo al aire libre de estas colosales esculturas. Allí pueden contemplarse cerca de 50 figuras, que conforman una vasta plantación de rostros descomunales, "los grandes rostros dispuestos para la eternidad", según Neruda, con esa característica expresión suya de perpetua y perdida mirada. Este paseo de los moais muestra sólo las enormes cabezas de los gigantes, ya que sus cuerpos permanecen enterrados. En la cantera hay más de 150 moais en distinto estado de acabado, incluido un coloso de más de 20 metros. Cuesta creer que estas descomunales obras escultóricas se esculpieran en la piedra sirviéndose sólo de tokis, unas primitivas herramientas de obsidiana con las que equipos de 12 o 15 artesanos trabajaban la roca a lo largo de un año y medio hasta concluir el moai.

02 Subir al Rano Kau

El mayor y, probablemente, más joven volcán de la isla. Su cráter es como una gigantesca olla repleta de agua y vegetación. Desde su borde superior, a 400 metros de altura, la visión resulta extrañamente majestuosa. De un lado, el lago-selva, y del otro, en medio del inmenso océano, los tres pequeños islotes de Motu Kao Kao, Motu Iti y Motu Nui. En este emplazamiento se halla el poblado ceremonial de Orongo, donde hasta mediados del siglo XIX tenía lugar el ritual del hombre pájaro. Una antigua competición que enfrentaba a los mejores de las diferentes tribus de la isla. El ganador era el primero que conseguía el huevo de la golondrina de mar que anidaba en los islotes. Para ello, tenía que descender un acantilado de casi 300 metros, nadar hasta la isla, conseguir el huevo y regresar de nuevo a la aldea con el trofeo. El premio consistía en asumir la jefatura de la isla por un año y poder emparejarse con la joven que eligiera.

03 Moáis en Ahu Tongariki

El emplazamiento de Rapa Nui con el mayor número de moáis erguidos sobre sus primitivos ahus. El lugar está situado en la costa noreste de la isla y muestra una espectacular hilera de 15 moáis colocados en sus plataformas ceremoniales. Uno de los moáis conserva el moño de piedra roja que muchos de ellos tuvieron originalmente. Neruda escribe: "Grandes cabezas puras, / altas de cuello, graves de mirada, / gigantescas mandíbulas erguidas / en el orgullo de su soledad".

04 Anakena y más

La de Anakena es una playa extraordinaria, a la que llegaron los primeros pobladores de la isla. Conserva también un magnífico conjunto de moáis.

Si queda tiempo, hay otras rutas a seguir: descubrir, por ejemplo, centenares de moáis repartidos por toda la isla; bucear o surfear; hacer rutas en moto o a caballo, o realizar largas caminatas para descubrir cavernas o insólitos parajes, como el cráter de Puna Pau, donde los rapanui esculpían, en piedra volcánica roja, los tocados de los moáis. También conviene darse una vuelta y hacer compras en Hanga Roa, la capital y única población de la isla.

A Isla de Pascua no es extraño que cada vez quiera viajar más gente. Este hecho ha contribuido a que, por una parte, la comunidad rapanui se haya constituido en consejo local y, entre otras cosas, exija a las autoridades chilenas poder decidir sobre el número y circunstancias en las que han de llegar los futuros visitantes. Por otro lado, el hecho de que sea un destino cada vez más demandado ha provocado que la oferta hotelera, muy limitada hasta el momento, se haya completado recientemente con la inauguración del magnífico Explora Rapa Nui y del hotel Altiplano. Asimismo, en estos días se reabrirá el Hanga Roa. En cuanto al tema culinario, hay que decir que se pueden comer magníficos pescados en toda la isla, y los que tengan la suerte de estar hospedados en el Explora podrán disfrutar, para su sorpresa, de una oferta gastronómica de alto nivel.

Los rapanui son muy supersticiosos y creen que todas las personas tienen un aku aku (espíritu de los antepasados) que siempre va con ellos. Cuando llegue a Rapa Nui, igual descubre su aku aku, porque, aunque no existan, "haberlos hailos", como dicen los gallegos de las meigas.

Y a la hora de partir, Neruda nos sirve una vez más de compañía: "Oh, Isla de Pascua, no me atrapes, / hay demasiada luz, estás muy lejos, / y cuánta piedra y agua. / Too much for me! Nos vamos!".

Guía

Cómo ir

» Lan Chile (www.lan.com) enlaza Santiago de Chile y la isla de Pascua desde 401 euros. Iberia (www.iberia.com) tiene vuelos entre Madrid y Santiago desde 939 euros (ida y vuelta, precio final). Mayoristas como

Catai y Mundicolor, entre otras, incluyen en sus viajes a Chile excursiones de cuatro noches a la isla por unos 1.200 euros extra sobre el precio (entre unos 1.100 y más de 3.000 euros). En agencias.

» Agencias locales como Aku Aku Turismo (www.akuakuturismo.cl) organizan circuitos y rutas a la carta por la isla, en paquetes que también incluyen el alojamiento, desde unos 350 euros por persona.

» El exclusivo hotel Explora Rapa Nui (www.explora.com) ofrece estancias de tres o más noches, con pensión completa, traslados, rutas y actividades desde unos 1.500 euros por persona.

Información

» www.sernatur.cl

» www.portalrapanui.cl

» www.islandheritage.org

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