Y la Universidad salvó la iglesia

El 21 de julio de 1936 una muchedumbre ocupó el Colegio del Corpus Christi de Valencia. Sus intenciones eran cualquier cosa menos piadosas: la Guerra Civil acababa de estallar, la noche de antes había ardido la iglesia de los Santos Juanes, y el Corpus Christi (situado en la plaza del Patriarca) iba camino de correr la misma suerte cuando José Puche, rector de la Universitat de València, se plantó en el patio. La intervención de Puche y la "oratoria viril y contundente" del archivero universitario Emilio Viñals (el entrecomillado es de un cronista eclesiástico), aplacaron a la multitud. Para evitar nuevos intentos de saqueo, el rector mandó escribir en la puerta: "Incautado por la Universidad Literaria. Este edificio es del pueblo. Respetadlo". El Colegio agradeció ayer aquella protección descubriendo un cuadro del rector republicano, que terminó sus días exiliado en México.

"Este edificio es del pueblo. Respetadlo", ordenó poner en la puerta el rector

José Puche se exilió al final de la Guerra Civil y terminó sus días en México

En un austero acto (a tono con el interior del Colegio), el rector del Corpus Christi, Miguel Navarro Sorní, saldó la larga "deuda de gratitud" contraída, dijo, "en aquellos aciagos y luctuosos días de la última guerra civil". "El patrimonio cultural es algo que hay que conservar para las generaciones futuras. Y también el patrimonio sentimental y religioso; esperamos mantener esa relación de colaboración sin que sean necesarios gestos de valentía como aquel; ojalá aquella sea de verdad la última guerra civil", respondió el rector de la Universitat de València, Francisco Tomás. "Es de bien nacidos ser agradecidos", resumió Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, cuya mera presencia en la ceremonia fue una prueba de cómo han cambiado las cosas desde que sucedió a Agustín García-Gasco.

Aquel día de hace 73 años José Puche calmó a las masas (que vengaban en edificios religiosos el apoyo de la jerarquía católica a la rebelión militar contra la II República), y también puso a la entrada del colegio "una guardia de milicianos, a los que adjuntó dos bedeles por no fiarse mucho de la moral de los primeros" (añadía en 1939, tras la victoria de Franco, el cronista del Corpus Christi en documentos recogidos por el profesor de Historia del Arte Daniel Benito Goerlich).

El Colegio y la Universitat tenían una larga historia compartida. Para empezar, estaban (y están) puerta con puerta, separados por la estrecha calle de la Nau.

El Corpus Christi fue fundado por Juan de Ribera, arzobispo y virrey de Valencia, patriarca latino de Antioquía (de ahí el nombre de la plaza), canonizado en los años sesenta por Juan XXIII, que tuvo sus claroscuros (fue uno de los ideólogos de la expulsión de los moriscos). Fue construido entre 1587 y 1606 en estilo renacentista. Funcionó (sigue haciéndolo) como colegio mayor para estudiantes de Teología, que sólo tenían que cruzar la calle para ir a clase en el edificio de La Nau. Se rige de forma autónoma (el arzobispo no ostenta poder directo sobre él), y atesora objetos valiosos y una espléndida biblioteca.

El rector Puche dio protección al colegio, pero no pudo evitar el asesinato de tres colegiales. Cuando vio que su escudo flaqueaba (la Federación Universitaria de Estudiantes insistía en hacer del Colegio su sede), aprovechó la evacuación de obras de arte de Madrid para lograr que el Gobierno republicano convirtiera el Corpus Christi en centro de recuperación del patrimonio artístico. El tejado y los muros fueron fortificados y tras ellos se mantuvo a salvo, entre otros cuadros, Las meninas de Velázquez.