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La segunda vida de los plásticos

Bolsas, suelas de calzado, mobiliario urbano, perchas y tuberías son algunos de los productos que se comercializan a partir del reciclado de envases

La empresa Lasentiu, de Maçanet (Selva), fabrica productos a partir de plástico reciclado: elementos de ferretería y jardinería, estanterías y mobiliario urbano. Es una más de las muchas que trabajan en Europa en el área del reciclado de residuos. Porque una gran cantidad de plástico se puede reconvertir y reutilizar. Hoy, por ejemplo, casi todas las bolsas de basura están hechas a partir de plástico reciclado, igual que las perchas para la ropa.

Pero el plástico recuperado se emplea también en asfaltado, suelas de calzado, mobiliario urbano e incluso de uso doméstico e industrial en un material llamado madera plástica porque se emplea en productos que tradicionalmente eran de origen vegetal, como bancos, mesas y papeleras.

En España se recicla mecánicamente el 20% y el 67% va al vertedero
Cada catalán deja en el contenedor una media de 29,45 kilos de plástico al año

El plástico reciclado se utiliza cuando se dan varias condiciones: el precio final del producto es más barato que empleando materiales originales y la resistencia puede competir con la de otros elementos y a veces superarla, explica Verónica Kuchinow, de la consultora barcelonesa Zicla, que investiga, diseña y comercializa productos hechos a partir de plástico reciclado.

En estos momentos, el plástico reciclado en Cataluña se convierte en piezas industriales (41,3%); perchas, calzado y mobiliario urbano (10,19%); tuberías (15,76%), láminas y bolsas diversas (13%); bolsas de basura (17,3%); botellas y bidones (2,3%), e incluso menaje para el hogar (0,10%), explica Teresa Martínez, directora general de Cicloplas, entidad sin ánimo de lucho creada por las industrias plásticas pero que no es "la patronal de los plásticos".

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Una parte más que importante de este plástico procede de los más de 28.500 contenedores amarillos que llenan las calles de los municipios catalanes y en los que los ciudadanos depositan estos residuos. Estos objetos luego son tratados en las 15 plantas de selección de envases, donde se discrimina lo que es reciclable de lo que no.

La media de residuos depositados en el contenedor amarillo en Cataluña es de 29,45 kilos por habitante y año, pero una vez segregado el plástico propiamente dicho, la media por habitante cae a 9,5 kilos y aún desciende a 8,1 kilos en el plástico reciclable obtenido al final del proceso que se realiza en las plantas de selección. Hay cinco empresas recicladoras homologadas en Cataluña que trataron el pasado año 29.952 toneladas de plásticos.

El análisis del reciclado según su origen es una radiografía de la crisis. Caen de modo drástico los plásticos procedentes del sector de la electrónica y de los electrodomésticos, posiblemente porque la gente se resiste al recambio en época de crisis. En cambio, aumenta el procedente de la construcción y el de la automoción, sectores en los que antiguamente el uso del plásticos era escaso.

Un ejemplo de recuperación es la empresa Zicla, que se dedica a investigar posibilidades diversas. Concibe un producto, busca una compañía que pueda producirlo, se lo encarga y, si hay caso, lo comercializa. Uno de los productos con los que mejor se gana la vida es el plástico que recubre los cables eléctricos. Es un material mixto, cuya separación en elementos de forma completa resulta muy cara. Zicla ha conseguido tratar el material, "que es de gran calidad, porque está preparado para soportar la intemperie", señala Verónica Kuchinow, y convertirlo en objetos diversos: desde mobiliario urbano hasta los mojones separadores que se ven en el carril bici. Una de las últimas aportaciones de esta empresa, con una pieza ya instalada en L'Hospitalet de Llobregat, es una plataforma para ampliar aceras en las paradas de autobús. Se trata de un rectángulo que impide el estacionamiento de los coches y da mayor espacio a los usuarios.

Con los residuos plásticos se pueden hacer varias cosas, pero sobre todo tres: reciclarlos y convertirlos en nuevos objetos, transformarlos en energía o llevarlos a un vertedero. España recicla mecánicamente el 20% y deposita en vertederos el 67%. El resto se consume como producto energético.

Entre quienes critican la incineración no hay sólo grupos ecologistas. Ignasi Prats es el director de la empresa Sanfeplast, situada en Sant Feliu Saserra (Bages), que fabrica exclusivamente bolsas de basura a partir de plásticos reciclados. Pero no de cualquier plástico, sino de uno de los más difíciles de recuperar: el empleado en agricultura no para invernaderos, sino para cubrir las plantas en contacto con el suelo. El principal problema de este producto es el lavado para prescindir de la tierra que acumula por contacto. De ahí que buena parte de él acabe en las incineradoras. "Y mientras, nosotros tenemos que importar de otros países porque no tenemos material suficiente". Sanfeplast produce dos millones de bolsas de basura cada año, empleando para ello maquinaria inventada por la empresa con ayudas del Ministerio de Industria y del Gobierno catalán en un proyecto de I + D.

Recoge anualmente 14 millones de kilos de plástico de origen agrícola que, una vez lavado y depurado, queda en 9.000 toneladas. No todas ellas proceden de plásticos españoles. La necesidad de material hace que se importen residuos del resto de la Unión Europea mientras en España "se envían toneladas a vertederos o incineradoras, o se permite que se lleven el producto a China, pese a que la normativa dice que debe tratarse en el país de origen" de la Unión Europea. La empresa tiene 76 empleados (incluyendo la parte comercial) y vende bolsas en toda la Unión Europea, "y hasta hemos conseguido colocarlas en Rusia", asegura su director.

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