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Columna
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Sueña que es hermoso

Quisiera empezar con un verso de la escritora mexicana Gloria Gervitz (que este mismo miércoles dará una conferencia en San Sebastián). En su espléndido libro Migraciones dice: "Sueña que es hermoso el sueño de la vida, muchacha". Y resulta insoportable la limpidez de este verso, su belleza, cuando lo cotejamos con los sueños rotos de la joven Nagore Laffage, por ejemplo, cuyo asesinato se juzgó la pasada semana. O con los de la joven Marta del Castillo, cuyo cadáver sigue sin aparecer. O con los de la joven a quien su compañero disparó e hirió de gravedad, también esta semana pasada, en Jaén. O con los de tantísimas jóvenes maltratadas de palabra y de obra por quienes se nombran o nombramos, malamente, compañeros, novios, maridos, amantes o amigos.

Resultan insoportables la confianza, el optimismo asertivo de los versos de Gloria Gervitz si pensamos en el peligro cierto que hoy todavía puede correr una chica que viaja sola o anda sola por un lugar no demasiado concurrido; si recordamos que llegan las fiestas populares y la posibilidad de que haya chicas agredidas sexualmente es tan real que las autoridades tienen que subir el nivel de vigilancia (durante la pasada Semana Grande el Ayuntamiento de San Sebastián llenó la ciudad de carteles contra la violencia de género y repartió kits de autodefensa). En qué clase de mundo vivimos aún; qué credibilidad, qué confianza deben merecernos los discursos sobre valores civilizados (por ejemplo, ahora mismo el de la libertad recobrada tras la caída del Muro), qué sentido tienen cuando ser mujer implica todavía, en nuestras sociedades, un plus de peligrosidad que coarta, inhibe o amarga la libertad de elección y de movimientos, la libertad de andar por la vida sin temor y sin riesgo a una agresión (el número de mujeres que a cada minuto son violadas por el mundo es tan alto que parece una exageración para escandalizar; y sin embargo los datos son ciertos y, con toda seguridad, inferiores a los reales; y obviamente no escandalizan).

Víctimas de género las hay de todas las edades, pero si en estas líneas estoy insistiendo en las más jóvenes es porque resulta especialmente insoportable constatar que las nuevas generaciones no sólo no se libran, sino que se siguen hundiendo en esa miseria de la violencia de género. La ministra de Igualdad acaba de hacer público que un tercio de las órdenes de protección dictadas y de las llamadas de auxilio al 016 corresponden a mujeres menores de 30 años. Y que un tercio de las asesinadas eran mujeres jóvenes. "Sueña que es hermoso el sueño de la vida, muchacha". ¿Dónde cabe ese verso? ¿Qué sociedad permite ahora mismo su traducción exacta?

Y, sin embargo, nada tendrá verdadero sentido, todos los discursos sonarán a hueco, a falso, hasta que esa traducción no se complete; hasta que el sueño de la vida pueda ser hermoso para cualquier muchacha, y más que un sueño, sencillamente la realidad.

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