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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Soy como un f-1, siempre al límite"

Nadal vuelve a quejarse del calendario tras ganar a Blake con un 82% de primeros servicios

La cadencia de movimientos es un punto violenta. Una toalla se estrella con estrépito contra una silla. Unos brazos se agitan contra el viento con los bíceps apretados, la carne hecha piedra. Y un tenista, Rafael Nadal, celebra así su triunfo contra James Blake (6-2, 6-7 (4) y 6-4), animándose tras pasar la segunda ronda del masters 1000 de Shanghai: ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué debe saber Tommy Robredo, su rival de hoy? ¿Por qué Nadal suma a todos esos gestos la mandíbula apretada, la firma de trazo intenso y gordo sobre el objetivo de una cámara?

Una cifra, el 82%, y un partido como una pelea de presidio, eso es lo que ha ocurrido. Nadal, que juega en una ciudad que no es de su gusto -lo opuesto a Mallorca, rascacielos por todos sitios, actividad frenética bajo cielos plomizos-; en una ciudad que nunca le ha visto triunfar, que le observa con una marea de seguidores que le esperan entre las escaleras del hotel y los ascensores que llevan a las habitaciones, protagoniza con Blake las hostilidades. Es un partido para fuertes.

"Trabajo duro con mi 'fisio'. Los mejores coches se rompen menos"

Nadal, que mide la temporada por cicatrices, lo disputa con seria intensidad. No hay esparadrapos en sus rodillas. No hay protecciones en los abdominales. Hay fuerza desde el fondo y un saque por primera vez recuperado, el arma que todo lo explica: con un 82% de primeros servicios en juego durante la primera manga, Nadal es una apisonadora, un tenista que no se reconocería en el que jugó los dos últimos torneos metiendo menos del 70%. Esa efectividad, que le pregunten a Blake, no hay quién la aguante. Esa estadística -82% de primeros que le impulsaron a 69% de puntos ganados al saque y seis aces-, no hay quién la mantenga: es tan fantástica para Nadal, que saca una media del 68%; tan increíble en el circuito, donde el mejor, Fernando Verdasco, logra el 70%; que luego, cuando le preguntan por el partido y por sus bajas del curso, por la deserción de tenistas lesionados o fatigados que no juegan en Asia -Roger Federer, Andy Murray o Juan Martín del Potro, que se retiró ayer- el español tiene que acudir a un símil deportivo. Hay cosas en el tenis que se parecen a la fórmula 1.

"Cuando se juegan tantos partidos a la temporada", dijo recordando de nuevo lo cargado del calendario; "es duro. Poner el cuerpo al límite es difícil... Es como en la Fórmula Uno. Los coches van siempre al límite y nosotros igual. Trabajo duro con mi fisio. Los mejores coches se rompen menos".

Durante un set y medio, Nadal fue un bólido, los abdominales por fin liberando al cuerpo como para intentar sacar de veras. Todo estuvo en eso. Cuando el español permitió un mínimo resquicio, sacando un buen 75% de primeros a menos velocidad, Blake, ligero y febrilmente agresivo, le recuperó un break de desventaja en la segunda manga, la ganó y luchó por llevarse el partido.

De ahí la toalla estrellada contra el banquillo. A falta de que lo confirmen los siguientes partidos, Nadal empieza a reencontrarse con su servicio.

"He empezado jugando muy bien, muy agresivo", dijo. "Si continuo jugando con esta motivación y trabajando duro, tarde o pronto lo normal es que vuelva a coger alguna semana del mejor nivel y que tenga opciones de ganar el título. Si las cosas siguen así y consigo jugar más semanas seguidas y entrenarme bien, podría no sufrir tanto en partidos como éste. Con un pelín de confianza y los hábitos que vas cogiendo con partidos, a lo mejor habría ganado en dos sets. Es parte de la vuelta".

La Federación Internacional, por otra parte, anunció ayer que el checo Ivo Minar será suspendido hasta el 10 de marzo de 2010 tras haber dado positivo por methylhexanamina, un estimulante que, por ejemplo, ya delató a cinco velocistas jamaicanos suspendidos durante los Mundiales de Berlín 2009. Minar participó en cuartos de la Copa Davis con la República Checa, que jugará la final contra España.

Rafael Nadal, durante su partido contra James Blake.
Rafael Nadal, durante su partido contra James Blake.EFE

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