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Reportaje:

Aprender a leer vado, calle y 'stop'

Empieza el curso de nueve meses para los neolectores que quieran conducir

Ángeles Lucas

Terreno habilitado para vivienda a remolque significa descampado para caravanas y pendiente ascendente es cuesta arriba. Lo primero que hacen en las clases de preparación del carné de conducir para neolectores del Centro de Adultos del Polígono Sur en Sevilla es un diccionario con vocabulario accesible. "Nos hartamos de reír con las traducciones", cuenta la profesora, Ana García.

Desde mayo de 2008 conducir sin carné es delito, y por ello se puede ir a la cárcel. Hasta ese momento, muchas personas conducían sin el permiso y se arriesgaban a ser multados, pero no era más que una infracción administrativa. Pagaban y volvían a la carretera. Pero el año pasado, más de 7.000 personas en Andalucía fueron condenadas por conducir sin carné, y de ellas, más de 100 ingresaron en la cárcel. "En la primera detención se debe pagar una multa de hasta 1.000 euros y 40 días de trabajo, y a la tercera se va a prisión", explica Luis Carlos Rodríguez, fiscal de Seguridad Vial en Andalucía.

El año pasado, más de 100 personas fueron a prisión por conducir sin carné

La mayoría de los conductores sin carné son jóvenes, extranjeros y hombres y una de las razones por las que algunos no hacen el examen es porque no saben leer. En la clase de neolectores de Ana hay lista de espera.

"Muchos de ellos viven de la venta ambulante, y su única herramienta de trabajo es una furgoneta. No han aprendido a leer y pueden ir a la cárcel", cuenta Juan Madrona, director del centro. Sus alumnos, después de pasar nueve meses aprendiendo a leer con palabras como stop o calle, hacen las clases prácticas en autoescuelas convencionales y los exámenes son los generales. Sólo se les da un certificado de que han realizado el curso. Ellos han podido ir a las clases, pero en los pueblos o lugares donde no se facilita este aprendizaje, tener el carné es casi imposible.

Al cambio de legislación vial, se sumó el del nuevo modelo de examen de la Dirección General de Tráfico (DGT). Antes existían pruebas para neolectores mediante videos, lo que les facilitaba la tarea, pero ya no existen. "Hemos suavizado el tecnicismo en las preguntas, y ahora tratamos a todos por igual. La única salvedad es que a las personas con problemas en la lectura se les da más tiempo para terminar el examen. Los minutos de más dependen de la discapacidad, puede ser neolector o disléxico, entre otras salvedades", dice Aurora Cedenilla, de la subdirección general de formación de la DGT. "Antes era un coladero", cuenta la dueña de una autoescuela, "había gente que decía que no sabía leer aunque fuera así y hacía los fáciles".

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Eso ya no pasa en el centro de Madrona. En la clase hay españoles gitanos y payos, africanos y sudamericanos. Atienden sin pestañear a la profesora que explica la diferencia entre un ceda el paso y un stop. "En las clases hay nigerianos y marroquíes licenciados, con carnés en sus países. Pero como no hay convalidaciones con Europa, vienen a clase", dice Madrona. Uno de ellos ha sido profesor de inglés en el centro".

Ana García pone más ejemplos: "Estacionar es aparcar, y proyección de gravilla es que saltan los chinos". De todas formas, ella explica los tecnicismos. "Tienen que saberlo todo".

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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