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La ciudad tras la decepción olímpica

Se busca proyecto para alcalde

Gallardón tiene que reinventarse tras la derrota de los Juegos

Casi al final de su comparecencia anteanoche, tras la dura derrota de Madrid 2016 en Copenhague, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, manifestaba con los ojos rojos: "El auténtico fracaso en la vida es rendirse". ¿Significaba la frase un guiño a su futuro político o a la pretensión de llevar a la ciudad que gobierna a una nueva pugna por los Juegos Olímpicos en 2020?

Parece que el regidor, ex presidente de la Comunidad de Madrid y con una carrera política ya muy dilatada, no va a claudicar esta vez. En el día de la resaca es pronto aún, comentan fuentes de la delegación que acudió a la capital danesa, para saber si va a haber un Madrid 2020. Nadie quiere ahora hacer de pitonisa. "Ya veremos", decía el propio Mariano Rajoy, presidente nacional del PP, en la puerta del aeropuerto de Copenhague ayer por la mañana.

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Lo que sí está claro es que Gallardón seguirá, sin su proyecto estrella -aquel en el que ha fiado todo su crédito político, que él mismo proclamó un mes antes de la votación como la prioridad de su gobierno- al frente del Ayuntamiento de Madrid y como candidato a su tercer mandato en 2011.

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El problema principal que tendrá que abordar es volver a generar ilusión. La necesita él, que ayer estaba muy tocado y todavía emocionado cuando algún amigo le abrazaba, y la necesitará su proyecto de gobierno. En la recta final de su mandato, el alcalde ha ido poniendo una cruz en casi todas las páginas de su programa electoral. Un documento basado en un diseño de ocho años, que concluyen en 2011, para transformar la ciudad y que ahora deberá ampliar a cuatro más si quiere convencer a su electorado. Invente lo que invente, cuando vuelva la mirada hacia las arcas municipales, encontrará sólo una deuda que alcanza los 7.000 millones de euros y una ciudad atravesada por las zanjas de las obras de todos los cambios que ha diseñado para la capital. El principal problema de Gallardón ahora es suceder a Gallardón.

Pero, ¿cómo le afectará la derrota? El regidor no va a tener, de momento, la proyección planetaria que consigue el alcalde de una ciudad organizadora de los Juegos. Esa meta tampoco será ya la palanca que le permita dar el salto, después de tantos años en la arena local, a jugar en otra liga. Él sueña con ocupar otro sillón que no es precisamente el de alcalde. Ambiciona un escaño en el Congreso de los Diputados. Tendrá que fiar su victoria, su ambición, en suma, a otras campañas.

La posibilidad más clara es que, una vez que renueve su mandato como alcalde de Madrid en las próximas elecciones de 2011, gane su partido las elecciones generales en 2012. Y que Mariano Rajoy, como aventuran fuentes del PP regional, le llame para ofrecerle una cartera de ministro.En la delegación española no se verbalizaban ayer reproches contra el alcalde por la derrota. Nadie aludió al riesgo que supuso embarcar a Madrid por segunda vez en los Juegos, tras Londres 2012, cuando existe una regla no escrita de alternancia de continentes. En el seno del PP nadie discute su labor al frente de la candidatura olímpica. Ni una crítica. En su partido descartan cualquier desgaste político. "¿Coste para Gallardón? Ninguno. Ha hecho bien su trabajo, no hay nada que se le pueda reprochar", asegura un alto cargo nacional. "Además, ya está decidido que será el candidato al Ayuntamiento en 2011. No hay vuelta atrás", señala un miembro de la dirección nacional del PP muy cercano a Rajoy.

Pero, ¿utilizará esta nueva derrota del alcalde su principal rival en su partido, Esperanza Aguirre? Las imágenes de desolación que se vivieron primero en el Bella Center de Copenhague y luego en el hotel D'Angleterre, sede de la candidatura madrileña, también parecen alcanzar esta vez a la presidenta de la Comunidad de Madrid, al lado del alcalde en la comparecencia con una sonrisa congelada y recibiendo un apretón de manos y dos besos. "Gracias a ti también, Esperanza", le dijo el Gallardón de los ojos rojos. "Todos tienen en su imaginario colectivo que tú y yo estamos permanentemente en disputa, pero la generosidad con la que tú y tu equipo nos habéis regalado ha sido extraordinaria". Aunque luego ella declaró: "O el presidente del COI [Jacques Rogge] no le dijo toda la verdad a Gallardón" (al asegurarle que la rotación de continentes no sería obstáculo para Madrid) "o no hemos sabido pugnar por las segundas y terceras votaciones", en las que Madrid sólo sumó cuatro votos. "Puede no haber fallado nada", aclaró.

Ella había dicho a quien se le acercase que Madrid es la única gran capital europea que no ha tenido unos Juegos. Hizo lobby con los miembros del COI que le asignaron, y cuando llegó la eliminación de Tokio -es decir, el pase a la final de Madrid- saltó de su asiento, puños en alto. Poco que ver, al menos públicamente, con la escena de hace cuatro años, en Singapur, cuando ella y su equipo, tal y como reflejaron los fotógrafos, abandonaron el hotel tras la derrota entre risas.

El alcalde recibirá palos, seguro. Anteayer, en la noche amarga de la derrota, los portavoces de los grupos de la oposición, Ángel Pérez (IU) y David Lucas (PSM), pidieron subir con él al estrado en el que se explicó. Pero en algunos sectores socialistas, días antes, se quejaban de la "patrimonialización que ha hecho Gallardón de los Juegos". El espacio de tiempo que decida dejar antes de anunciar si presenta a Madrid a un nuevo intento olímpico será donde recibirá las críticas. Luego, si hay reválida, todo será unidad. De momento, a Gallardón le toca reinventarse.

El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, abraza emocionado a la concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, a su regreso a Madrid tras la derrota olímpica.
El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, abraza emocionado a la concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, a su regreso a Madrid tras la derrota olímpica.GORKA LEJARCEGI

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