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PUES NO ESTOY MUY SEGURO | OPINIÓN
Columna
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Opiniones contundentes en el ágora

Juan Cruz

Cuando leí que eran 71 las personas imputadas en el caso Gürtel de Madrid me vino a la memoria de inmediato una imagen soberbia de la película que ahora va a estrenar Alejandro Amenábar, Ágora.

En ese filme, que es sobre el fin de las dudas y el principio de las certezas, cuando los cristianos arrasan el ágora donde se discutía y se estudiaba, para implantar allí la ley de la fe, aparece un grupo numerosísimo de extras que le dan a la singular batalla el aire de una confrontación multitudinaria, violenta, espectacular y escalofriante. Como si se acabara un mundo y se fundara otro.

Y pensé que con tanta gente implicada, si además le sumamos el Gürtel de Valencia, se podría hacer una escena parecida, un grupo numerosísimo de extras huyendo o atacando, protagonizando una escena insólita, a punto de crear un mundo nuevo, o, mejor dicho, un mundo rancio. ¿Tantos implicados? ¿Cómo pueden guardar un secreto tantos implicados? Ahí hay más gente que en Wally. Pero ¿dónde está Wally? En Valencia, por ejemplo, ¿quién acompañaba a Wally? Y en Madrid, ¿quién ocultaba a tanta gente como la que ha aflorado ahora?

La verdad es que ahora se explica uno por qué ha puesto tanto énfasis el PP (en Valencia, en Madrid) en decir que esto era un invento de EL PAÍS y de la SER, es decir, de los medios del grupo Prisa. Decían que era un invento porque no era un invento. Lo del invento era como uno de los macguffins (excusa argumental) que usaba Hitchcock y que le gusta citar a mi admirado Juan Cueto. Lanzaron desde el principio esa cortina de humo ("es un invento, son cuatro trajes"), les hicieron el coro los medios que ahora se rasgan las vestiduras, y la gente fue mirando hacia otra cosa; por ejemplo, hacia los medios que insistían.

Pero se les desbarató el macguffin, apareció la policía y mandó a parar. Esto va en serio, debió decir Rajoy, y el ágora se llenó de susto. Algo huele a podrido, dijeron todos. Y Génova pidió decisiones "contundentes". Nabokov, el autor de Opiniones contundentes, estaría asombrado de saber qué sentido de la contundencia tiene el partido de Rajoy.

Ahora he rebobinado lo que le decía Ricardo Costa, a quien Dios guarde, a Ana Pastor en Los desayunos de TVE, cuando el escudero de Francisco Camps decidió salir a la palestra para decir que éramos unos manipuladores mentirosos. Y aparte de los gestos peculiares que Costa le hacía a Ana y a la cámara, me estuve fijando en lo que decía de nosotros. Si él rebobina ahora y lee de nuevo lo que dijo, seguro que se avergonzará un poco. Tan sólo un poco; pero se inventará otro macguffin para que la gente mire hacia otro lado mientras él reparte abrazos y muecas. Es un actor. En Ágora hubiera sido un extra impagable.

Ilustración de Matt
Ilustración de Matt

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