_
_
_
_
_
Reportaje:Mundial de Mendrisio

"Medalla al mérito en el trabajo"

Rodríguez, hasta ahora el chico para todo de Valverde, se encuentra con el podio casi sin buscarlo

Carlos Arribas

"Vete con Evans", le grita, imperioso, Valverde, y Purito, obediente, porque su oficio es obedecer, se va detrás del australiano. Va a por una medalla, aunque él todavía no lo sabe. Va a convertirse en la justificación de todo el equipo español en el Mundial, aunque él no la busca. Quedan una subida y un descenso para el final, apenas cuatro kilómetros de los 262,2 del maratón mundialista, y el sol ya se ha ocultado tras las suaves colinas de áspero Merlot que convierten el circuito en una caldera. Se va con Evans, quien a su vez se ha ido detrás de otro acelerón del bullicioso Kolobnev, y cuando el australiano, terrible, acelera en el falso llano que conduce a la Torrazza de Novazzano, la última de las 18 salidas en que consistía la montaña rusa del Mundial, se queda acompañando al ruso. Se queda esperando. No mira adelante, a la medalla de bronce que se esconde detrás de la última recta. Mira atrás. "Miro atrás y espero que vengan Alejandro y Samuel Sánchez a remachar mi trabajo. Miro y no vienen", dice Purito. "Y, por el pinganillo, De Santos [el seleccionador español] me dice que no pare, que siga. Y, entonces, creo en más que en el bronce, pero Kolobnev se para, yo me paro, dejamos a Evans irse. 'Somos tontos', le digo al ruso, que me entiende bien mi castellano. Le digo que me gana seguro, que no me tema, que vayamos a por Evans, que qué quiere, ¿que le lleve también el agua?".

"Miro atrás esperando que Alejandro y Sánchez remachen mi trabajo y no vienen"
Más información
Absurdo sobre ruedas

En tierra de nadie, Joaquín Purito Rodríguez, de 30 años cumplidos en mayo, un tauro con ideas propias, brillante a veces, escaso de cuerpo, tremendo de astucia y olfato, escalador vivaz, alma rebelde -cómo le sacaba de quicio a Manolo Saiz, su primer director en profesionales- domesticada con los años y convertido con el tiempo en el chico para todo de Alejandro Valverde -le ayudó a ganar sus dos clásicas de Lieja-, y también en su sustituto cuando las cosas no le salen bien al murciano, termina tercero. "Yo tenía que hacer el trabajo de freno, abrir el camino a los demás, pero nadie vino a por mí", dice Rodríguez.

"Ha sido la medalla al mérito en el trabajo. Un reconocimiento como lo fue el Campeonato de España que gané", añade el corredor. Como sueña también con correr el Tour, este año abandona la sombra de Valverde, del Caisse d'Épargne, y ficha por el equipo ruso Katusha, que, además, también le paga mejor.

Rodríguez, en el podio con el bronce.
Rodríguez, en el podio con el bronce.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_