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Entrevista:ELIAHU INBAL | Director de orquesta

"Pinto en el aire mi pasión por la música"

Aurora Intxausti

El maestro llega a la cita en un descanso del ensayo con la orquesta. Se sienta y comienza a hablar moviendo unas manos estilizadas, cuidadas y que se balancean constantemente en el aire. El director israelí Eliahu Inbal dirigirá mañana Lulu, la ópera con la que el Teatro Real inaugura la temporada. "Es una tragedia en la que los personajes carecen de valores", dice el director musical del teatro La Fenice de Venecia, a quien le gusta comparar esta obra con el cine negro: "Tiene una trama trágica, sin esperanza, y con unos personajes terribles, criminales y débiles". Esa afirmación la corrobora el hecho de que la tragedia se escenifique con una sucesión de muertos que van cayendo uno tras otro.

Inbal, director musical de la partitura que Alban Berg dejó inacabada en 1935 y que fue completada por Friedrich Cerha en 1979, cree que el dramatismo de la obra es consecuencia del momento que vivió el autor: "El nazismo se estaba gestando, la sociedad estaba perdiendo todo tipo de valores. En definitiva, estamos viviendo, salvando la distancia, momentos bastante similares. La familia no posee actualmente la importancia que a mi juicio debería tener, se prima la competitividad y nos encontramos en una situación económica catastrófica. Con ese terreno abonado, los fanáticos como los islamistas son capaces de llevarnos a la destrucción absoluta".

Lulu se representó hace 21 años en el teatro de la Zarzuela y llega ahora por primera vez al Real en una coproducción de este coliseo y la Royal Opera House de Londres, donde se estrenó el pasado junio. Los tres actos de la obra, que permanecerá en cartel hasta el 16 de octubre y que ya tiene el 93% de las entradas vendidas, se prolongan durante más de tres horas sobre un sobrio escenario en blanco y negro.

El libreto se basa en dos piezas de Frank Wedekind, Erdgeist (El espíritu de la tierra) y Die Büchse der Pandora (La caja de Pandora), que narran el ascenso y la caída de una femme fatale llamada Lulu. ¿Es una mujer tan perversa como parece inicialmente? "No lo creo. En el fondo pienso que es bastante inocente y que tiene la mala suerte de ir relacionándose con hombres muy débiles. El problema de Lulu es que no ha conocido a un hombre íntegro, con valores, que la pueda proteger de su inocencia y mostrarle el amor verdadero. Aunque yo no puedo disociar esa imagen de Lulu como reflejo de una sociedad en absoluta destrucción debido al nazismo y a Hitler".

Inbal habla también del lenguaje dodecafónico de la ópera de Berg, del sistema de tonalidades que en el siglo pasado "no funcionó muy bien porque daba unos resultados estériles y fríos", y de que esta obra logra superar el aspecto atonal con melodías que recuerdan a Puccini o Strauss, junto con una música muy depresiva que puede acompañar cualquier drama. "Es una constante metáfora sobre el declive de la democracia", señala.

¿Necesita la batuta para dirigir? "He estado mucho tiempo sin utilizar ese elemento, pero desde hace varios años dirijo con batuta. Hay directores que la precisan para hacer que sus movimientos sean más espectaculares. A mí lo que me interesa es poder transmitir lo que yo siento a los músicos y que éstos sean capaces de llevar mis sentimientos al público. Cuando consigues ir pintando en el aire tus ideas y la pasión que sientes, es que has logrado conectar con el espectador. Hacer sentir al que escucha, emocionar, es algo difícil de describir con palabras. Lo sé hacer con la música". Acaba la charla y pide su batuta para dirigir uno de los últimos ensayos. Mañana bajará al foso mientras en el escenario se levanta el telón para la nueva temporada operística del Real.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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