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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Son muy, pero que muy peligrosos"

España tumba (3-0) a Israel y jugará la final de la Copa Davis contra la República Checa

El soldado sigue vivo. Unas letras en hebreo, colgadas de una bandera, reciben a Andy Ram y Jonathan Erlich cuando salen a la pista. "¡AndiYoni!", gritan los israelíes que agitan la pancarta mientras pronuncian el apodo de sus doblistas. Son un grupo de aficionados mínimo, ecléctico y enardecido: braman a cada punto seguidores, periodistas y federativos, el presidente incluido; patalean el suelo de disgusto; y nunca dejan de cuidar la pancarta en la que las palabras El soldado sigue vivo enmarcan la imagen dibujada de Gilad Shalit, el sargento israelí secuestrado por Hamás en 2006 y nunca reaparecido. Israel busca el partido desde lo emocional. Feliciano López y Tommy Robredo se enfrentan a una cuestión de estado. Ram y Erlich, dolorido en su maltrecho hombro derecho, defienden la supervivencia de su selección y les hacen pagar un alto precio: cuando los españoles vencen (7-6, 6-7, 6-4 y 6-2) y clasifican a España para su séptima final de la Copa Davis, llevan 3h47m en la pista. Ahora espera la República Checa, que ayer eliminó por 0-3 a Croacia pese a jugar como visitante, en pista de tierra cubierta y sin ser la favorita. Un aviso para la selección sobre lo que le espera del cuatro al seis de diciembre.

La victoria confirmó a España como el mejor equipo del siglo XXI (acumula tres títulos, una final perdida y jugará la eliminatoria decisiva en 2009) y desató una catarata de idas y venidas entre los federativos: "Empieza la subasta", dijeron. La Federación va a organizar una final que siempre creyó que disputaría en Croacia. Eso le permite pedir en torno al millón de euros a las posibles candidatas, que tendrán que pasar primero la criba de la opinión de los tenistas -pedirán jugar en tierra y a nivel del mar-; luego la de las finanzas; y, finalmente, la de las infraestructuras: la Federación Internacional (ITF) exige que la sede que se elija en octubre cuente con un aeropuerto internacional cerca; con la suficiente capacidad hotelera, además de con una pista con aforo mínimo de 12.000 espectadores y techo, si los registros históricos de lluvia y frío no aseguran buen tiempo.

Madrid, con su Caja Mágica y sus tres cubiertas; Barcelona, con el Palau Sant Jordi; además de Valencia, Las Palmas y Málaga ya se mueven entre bambalinas, como otras candidatas. Es poco probable, sin embargo, que la final acabe en una ciudad pequeña, más sabiendo que el miércoles se sortean las eliminatorias de la Davis 2010 y que España puede tener que organizar otra serie en casa.

"Hay que mirar la mejor opción", dijo Albert Costa, el seleccionador, finalista en el año de su debut; "porque los checos son muy buenos jugadores, tenistas muy, pero que muy peligrosos. Radek Stepanek y Tomas Berdych se adaptan a todo tipo de superficie. Han estado dentro de los diez mejores del mundo y este año han ganado a equipos buenísimos. Hay que tenerles mucho, mucho, mucho respeto", cerró el técnico, que vio cómo una recogepelotas sufría una lipotimia durante el dobles y abandonaba el estadio llorando y entre aplausos.

España está en la final por segundo año consecutivo. El reto, aunque pueda parecer lo contrario, sigue siendo mayúsculo: los checos no son unos cualquiera. Como la selección, son un equipo todoterreno, insensible a los ambientes hostiles y a las pistas de tierra. No todo el mundo puede ganar en casa a la poderosísima Croacia de Marin Cilic e Ivo Karlovic. Berdych y Stepanek aguardan a España.

Feliciano López, de frente, y Robredo se abrazan tras el triunfo.
Feliciano López, de frente, y Robredo se abrazan tras el triunfo.AFP

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