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El caso Palomino

Dos 'ultras' lanzan pasquines por la libertad del detenido

Un amigo del joven apuñalado golpeó a una de las chicas

Quedaban pocos tras una mañana frente a la Audiencia. Un grupo de amigos de Palomino, cerca de una decena de personas, esperaba junto a la puerta para saludar a la madre, Mavi Muñoz. Algunos se apoyaban en la baranda junto a la que aparecieron dos chicas. Una llevaba una sudadera rosa y un puñado de octavillas en la mano. Otra una camisa con estampado de leopardo. Ambas iban rapadas. Empezaron los murmullos. Las habían identificado por los pasquines. "¿Qué hacen estas aquí?".

Uno de los jóvenes avisó a un policía. "Son dos neonazis". Antes de que llegara el agente, se cruzaron unas pocas palabras. "¡Qué valiente vuestro amigo!", dijo uno en referencia a Josué. "Ahora tenéis uno menos", respondió la chica de rosa. Cuando la policía intentó apartarlas del grupo y llevárselas de allí, tiró las cuartillas al aire. Fotocopias de un texto a mano. "¡Josué libertad! Que nadie encarcela el aire entre barrotes...". Uno de los jóvenes que esperaban a la madre de Palomino les siguió escaleras abajo. Le golpeó a una mientras el resto gritaba: "¡Asesinos, hijos de puta!". Los agentes las subieron a un taxi.

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Otro aseguró que eran las mismas chicas que irrumpieron en la manifestación del pasado sábado en memoria de Palomino con un cuchillo. La policía confirmó la presencia de una mujer con una navaja en la cola de la marcha.

Los amigos de Palomino habían estado concentrados de 9.00 a 12.00. "Dónde están, no se ven, los amigos de Josué", gritaban antes de que aparecieran las chicas de los pasquines.

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Cerca de un centenar de antisistema y amigos de Palomino corearon "Josué asesino". Sosteniendo una pancarta con la imagen del compañero muerto, ocultos algunos de ellos con gorras y con la cara cubierta, se citaron allí. Han previsto repetirlo cada día del juicio, que continúa mañana, hasta que acabe.

No quisieron hacer declaraciones a la prensa, a la que acusaron de manipulación. Se limitaron a repetir su consigna -"Carlos vive, la lucha sigue"-, y a entonar diferentes arengas contra el fascismo, custodiados por una veintena de policías que no les quitaron ojo. La Audiencia estuvo blindada de seguridad durante toda la mañana para evitar incidentes.

"Vuestros asesinatos no quedarán impunes", rezaba el cartel que sostenían. Debajo, una larga lista de nombres y fechas, entre las que estaba el 11 de noviembre de 2007 junto al nombre de Carlos Palomino. El último grupo, los que esperaron hasta el final de la vista, recibieron a la madre y a la abuela de Palomino con besos y aplausos. Una de las chicas lloraba.

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