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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Mentirosos

Miénteme (Lie to me), la serie que ha estrenado en España Fox esta semana, trata el tema de la mentira como un síntoma tan o más detectable que una apendicitis. El argumento es simple. Un experto en lenguaje corporal, el doctor Lightman (Tim Roth), tiene abierta una oficina para que policías, políticos o quien sea le contrate para detectar las mentiras de otro. Su ciencia sobre el embuste se basa en las señales que el autor de la trola emite involuntariamente cuando la produce.

Hay una larga literatura sobre las señales que delatan a quien está contando un bulo. Para que el espectador pueda detectar el gesto que desenmascara al mentiroso, el mismo sobre el que basará el experto su análisis, la cámara hace un plano de detalle sobre una ceja alzada, una mueca, un puño. Cuando la cámara se toma esa molestia, el espectador sabe, al mismo tiempo que Lightman, que se ha cazado al mentiroso.

Lo más notable de esta serie es que el propio Lightman miente y que, según cómo, se toleran y ocultan las mentiras de otros porque aparecen perfectamente justificables. Estaríamos en el capítulo de las mentiras piadosas o instrumentales, necesarias para, curiosamente, alcanzar la verdad.

Es más, uno de los personajes, "radicalmente honesto", incapaz jamás de decir una mentira, será visto en algún momento como un estúpido por sus colegas de ese extraño ejército de la veracidad. Hay infinidad de estudios sobre las manifestaciones indeseadas que hace un mentiroso cuando ejerce. De hecho la serie se basa en los trabajos de un psicólogo y experto en lenguaje corporal de la Universidad de San Francisco. Hay incluso estudios que demuestran por resonancia magnética que cuando el sujeto engaña, el cerebro necesita realizar una serie de operaciones inhibidoras que activan el lóbulo frontal, temporal y límbico.

Lo cierto es que si la mentira es tan obvia y tan detectable, lo raro es que la padezcamos. Desde luego, algunos profesionales de lo público pueden haber adquirido la sabiduría necesaria para camuflar sus mentiras. Pero también puede suceder, y sería triste, que necesitáramos vivir engañados.

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