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Reportaje:Empresas & sectores

Repsol se despreocupa en Brasil

La nueva ley del petróleo no afectará a los contratos ya firmados

A 7.000 kilómetros de profundidad, bajo una gruesa capa de sal, yace el gran filón para el desarrollo socioeconómico de Brasil. Éste se resume en un potencial de hasta 80.000 millones de barriles de crudo, que duermen en un lecho marino del Atlántico. El Gobierno brasileño, con la vocación petrolera robustecida tras los descubrimientos de los últimos tres años en la Cuenca de Santos, la zona con mayor potencial de reservas del mundo, busca que ese filón se traduzca en más escuelas, inversiones en I+D, viviendas y sanidad. Y esa voluntad se cruza con los intereses de las petroleras extranjeras, como Repsol YPF.

El marco legal que acaba de presentar Luiz Inácio Lula da Silva refuerza el control del Estado en el negocio del crudo. En Repsol se respira, sin embargo, tranquilidad, pese a que Brasil es el país donde más descubrimientos ha realizado últimamente y un pilar estratégico de su crecimiento.

Brasil refuerza el control sobre su crudo para asegurar el desarrollo del país
Los nuevos concursos tendrán condiciones más duras para Repsol y sus rivales

El grupo controlado por Sacyr y La Caixa es el primer operador extranjero de Brasil por dominio minero exploratorio en el mar. Sólo le aventaja la compañía estatal brasileña, Petrobras. Repsol participa en 24 bloques, de los que 19 se hallan en la Cuenca de Santos. La clave de su calma radica en el hecho de que las áreas ya licitadas y concedidas -donde Repsol, como Petrogal o British Gas, ha sellado contratos- no se verán afectadas por los cambios. "Las inversiones realizadas y previstas a largo plazo están aseguradas", afirma la empresa, que lleva invertidos 500 millones de dólares en el país. El mercado asiente. "La legislación no supone una amenaza para los proyectos de Repsol", señala el analista de Intermoney Álvaro Navarro. "El impacto es cero sobre lo que Repsol tiene ahora", corrobora Jorge González, desde Ibersecurities.

El primer factor por el que Repsol, que lidia con cambios de escenario inesperados en países como Bolivia o Ecuador, valora el nuevo marco legal es la estabilidad en un negocio de inversiones de larga maduración. "Los contratos vigentes sobre los que hemos realizado descubrimientos, sobre los que tenemos una serie de bloques de exploración, no se modifican", subraya Nemesio Fernández-Cuesta, director general de Exploración y Producción. "Entre que empiezas a trabajar en un bloque hasta que produces petróleo pueden pasar 12 años. Por eso, insisto, la estabilidad es fundamental: que Brasil hubiera cambiado los contratos nos perjudicaría en la ejecución de lo planificado, pero ningún contrato existente se altera", añade.

La nueva normativa se aplicará al petróleo que yace debajo de la citada gruesa capa de sal aún no adjudicado. "Cuando decimos que, en la próxima década, Brasil será el país del mundo donde la empresa produzca más petróleo y gas, aunque hoy, en producción, sea menos importante que Trinidad y Tobago, EE UU o Venezuela, nos referimos a los contratos que ya tenemos hasta ahora. Y no cambiarán", apunta Fernández-Cuesta, quien enfatiza la "ventaja competitiva" de ello para Repsol.

Los contratos vigentes comprometen a la compañía a culminar el grueso de la exploración en 2010 y a lanzar la producción a todo ritmo en 2013. La producción prevista en una zona que ayuda a Repsol a contrarrestar la caída de reservas es de 120.000 barriles diarios (de ellos, entre 25.000 y 30.000 corresponden a la hispanoargentina). Repsol vehicula su presencia en Brasil vía consorcios en los que, en la mayoría de casos, comparte ya presencia con Petrobras. La participación de la española y la brasileña es mayor o menor según el proyecto en los campos de Carioca, Guará o Iguazú. En 11 de 24 bloques, la española es la compañía operadora.

Pero la legislación cambia lo que ocurra a partir de ahora. "Habrá que estar atentos a la rentabilidad de las futuras apuestas de las petroleras", apunta Navarro. De entrada, en los nuevos contratos Petrobras será siempre el operador y tendrá un 30% de peso.

Segundo cambio clave: hasta ahora era la petrolera que optaba quien ofrecía el pago de un bono de entrada. Ahora, la cuantía de ese bono lo fijará el Estado. El tercer cambio va más allá. Hoy, las petroleras pagan unas regalías fijas (atractivas para intentar compensar los enormes costes de extracción en los pozos profundos), el Impuesto de Sociedades y una tasa extra de Participación Especial según la producción y del precio del crudo. Esa tasa se suprimirá. Las petroleras deberán ofertar, en cambio, un porcentaje de crudo que cederán al Estado. Y ganará el bloque que le ofrezca mayor tajada. Los ingresos por el bono y el crudo cedido irán a la nueva sociedad Petrosal, que los destinará a un fondo social. El Estado tendrá derecho de veto.

"La legislación propuesta no debería tener impacto en la valoración de los activos existentes", apunta JP Morgan, pero éste ve en este último aspecto "un impacto negativo en el ambiente". "Las nuevas subastas pueden ser menos interesantes para Repsol. Serán más agresivas, por la demanda de reservas de gigantes chinos y americanos, que ofertarán, y también con promesas de rentabilidad inferior", se suma González.

Repsol concede que las condiciones serán más duras, pero para todos por igual y sin que afecten a la inversión realizada. Y niega de cuajo que vaya por ello a bajar su presencia en Brasil. Si Repsol, que ha encargado a Goldman Sachs la venta de su filial argentina YPF, alcanza un acuerdo con alguno de los gigantes chinos, indios o americanos que se ha acercado a ella, dispondrá de más recursos que dedicar a la exploración. Y Brasil es una de sus patas de crecimiento.

Plataforma petrolífera de Petrobras en Río de Janeiro.
Plataforma petrolífera de Petrobras en Río de Janeiro.REUTERS

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