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Asesinato al pie de los cerros de Comayagua

El autor intelectual de la muerte de un empresario español en Honduras es el líder de la oposición municipal

Ángel García Rubio vendió su piso de Madrid y en febrero de 2008 se trasladó a vivir a Honduras con su esposa, Kenya Eroita Morales, una hondureña que trabajaba en el establecimiento que tiene Orange en un centro comercial de la M-40 de Madrid. García se convirtió en un empresario respetado gracias a su olfato comercial y a que logró una concesión para distribuir pollos congelados.

Ya antes había estado casado con otra hondureña y en los pocos años que llevaba visitando ese país había amasado una pequeña fortuna: tres viviendas en Comayagua (la tercera ciudad más poblada de Honduras), un locutorio-cibercafé y cuatro solares en la isla de Roatán, además de la distribuidora de pollos. El 21 de mayo pasado, García desapareció sin dejar el menor rastro. Hace unos días, la policía encontró respuesta a los interrogantes: ese mismo día fue asesinado a tiros.

Ángel García había cedido parte de sus bienes al presunto inductor del crimen
El padre del fallecido pidió ayuda a la Casa del Rey y a la ministra de Sanidad
Tres policías españoles viajaron al país y activaron la investigación

Pero antes de aclarar el misterio, Ángel García López, el padre del empresario tuvo que mover cielo y tierra para que alguien se ocupara de averiguar qué le había sucedido a su hijo. Funcionario del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), apeló a la Casa del Rey, a Presidencia del Gobierno, a Exteriores y hasta se entrevistó con la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. Gracias a su tenacidad, logró que dos policías de la Sección Central de Secuestros y Extorsiones y un inspector de los GEO viajaran a Honduras para investigar el caso.

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Los policías tardaron poco en averiguar que el empresario había atravesado una mala racha con su esposa, la cual le había denunciado por malos tratos y, en compensación, ella pedía que su marido le pasara una pensión mensual de 1.500 euros y que le fueran embargados sus bienes.

La disputa conyugal fue pasajera y se solucionó pronto. Pero ante la eventualidad de que la justicia accediera a la demanda de Kenya, su esposo había decidido traspasar sus bienes a un grupo de amigos a fin de evitar así que le fueran embargados. Entre ellos estaba Constantino Ypsilanti, propietario de una farmacia y líder del grupo opositor en el Ayuntamiento de Comayagua.

Ypsilanti se convirtió en uno de los principales sospechosos de la desaparición del español. Otro de los sospechosos era Celín Nadal, guardaespaldas de García, al que éste había despedido aproximadamente un mes antes de su inexplicable desaparición.

Los agentes de la Sección de Secuestros y el inspector de los GEO permanecieron un mes en Honduras y reunieron muchos datos que les inducían a creer que el empresario había sido asesinado por motivos económicos. Pero los policías regresaron a España, ante la tensa situación política que se vivía en el país centroamericano, preludio del golpe de Estado que el 28 de junio desalojó del poder al presidente Manuel Zelaya. No obstante, los agentes obtuvieron el compromiso de las autoridades hondureñas de que seguirían investigando el caso.

El pasado día 6, Honduras comunicó a España que había procedido a la detención de tres personas, entre ellas Constantino Ypsilanti -uno de los amigos de García- y dos presuntos sicarios. Dos días más tarde fue localizado el cuerpo de García, sepultado en un hoyo excavado en una finca próxima a Comayagua, al pie de unos cerros próximos a la ciudad.

El cadáver, que estaba en avanzado estado de descomposición, fue identificado gracias a que conservaba su alianza matrimonial. Sin embargo, los asesinos le habían despojado de una cadena de oro, un reloj de la marca Lotus, un revólver del calibre 38 y de su teléfono móvil.

Ypsilanti, detenido como presunto autor intelectual del homicidio, gestionaba varias propiedades y una cuenta bancaria cedidas por García a raíz del litigio suscitado con su esposa. La cuenta tenía inicialmente unas 300.000 lempiras (13.500 euros), que se habían reducido considerablemente por el uso indebido del dinero. Según la investigación policial, el depositario de estos bienes decidió supuestamente acabar con la vida de García para no tener que darle explicaciones.

El 21 de mayo, Ypsilanti acordó una cita con el empresario para mostrarle unos terrenos en el municipio de Villa de San Antonio. Posteriormente, acompañado de Adán Morales, un joven delincuente local, pasó a recogerlo la tarde de su desaparición en un vehículo de color negro.

Mientras Ypsilanti le mostraba los terrenos al español, los sicarios le asesinaron a tiros y luego abrieron una fosa y colocaron dentro el cadáver. Según informaciones de la policía de Honduras, el autor intelectual del homicidio es presuntamente el propietario de la farmacia La Popular, que el año pasado concurrió como candidato a la alcaldía de Comayagua, aunque salió derrotado. En este local se comprobó que había sido quemado el pasaporte del empresario y se hallaron las llaves de su coche, arrojadas en el interior de un depósito de agua.

Además del político municipal, la policía hondureña ha detenido a Adán Morales y Moisés Soriano, así como al ex guardaespaldas de la víctima, por su presunta implicación en el crimen.

El fallecido era muy conocido en Comayagua. Todos le llamaban El Macho porque solía dirigirse a los hombres llamándoles machos (una expresión muy madrileña). "Yo le decía a mi hijo que no se fiara de nadie. Él era muy sano y muy honrado. Se fió de unos presuntos amigos... y ahora está muerto. Le engañaron", declara el padre del empresario. "Esto ha sido una puñalada para mí. Llevo tres meses sin dormir. Ahora ya sólo estoy a la espera de repatriar a España las cenizas de mi hijo".

Ángel García Rubio, poco antes de ser asesinado.
Ángel García Rubio, poco antes de ser asesinado.
La policía hondureña en el momento de desenterrar el cadáver de García.
La policía hondureña en el momento de desenterrar el cadáver de García.

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