_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un pobre banquete

En las taquillas se colgó el cartel de No hay billetes. Todo estaba dispuesto para algo grande. La tarde de rejones atrae a muchos espectadores ajenos al toreo a pie, quienes sin embargo no dudan en elegir este cartel para hacer su puntual visita a la plaza durante el ciclo festivo.

En Vitoria, el menú -léase cartel- era completo. El veterano, el gran maestro y el joven con deseo. El aperitivo, Fermín Bohórquez, fino rejoneador jerezano; un entrante de calidad. El plato fuerte, Pablo Hermoso. Y el postre, el atrevido Álvaro Montes, triunfador el año pasado en este coso y con habilidad para una fácil conexión con los tendidos.

El público dejó claro que había venido a romperse las manos aplaudiendo. Cuando se le presentó la carta -el paseíllo-, Pablo Hermoso de Mendoza recibió la mayor ovación de toda la tarde, con algunos vítores desde la zona de sol aclamando al navarro.

El público dejó claro que iba a romperse las manos aplaudiendo

Por si faltara algo, los toros de Murube permitieron el lucimiento y merecieron mejor trato en líneas generales.

Álvaro Montes disfrutó de dos enemigos de lujo, con movilidad y transmisión, que, en ocasiones fueron aprovechadas por el jienense. Su saludo campero al tercero, con la garrocha, gustó al público y anunció un murube que le serviría para su espectacular repertorio con banderillas al violín, brindis a los blusas y ejercicios acrobáticos con su caballo Chambao como protagonista. Entre todo, hubo algunos momentos toreros, como un buen quiebro en la segunda banderilla. Puso la plaza boca abajo, al igual que en el sexto, pero su horrible oficio con el descabello hizo sobrevolar el tercer aviso en los tendidos, que llegaron a ponerse nerviosos en algunas zonas con el desacierto de Montes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Hermoso de Mendoza era el gran esperado. Entonado en su primero, no acabó de redondear la faena. En el quinto, su labor iba a más. Sobre Caviar clavó una banderilla rayando la perfección, pareció una verónica larga y suave. Sin embargo, en el siguiente encuentro recibió un topetazo fuerte y la montura perdió la alegría con que había iniciado el tercio. A partir de ahí, todo fue acelerado y siempre a merced del murube, que hasta le impidió hacer el desplante del teléfono que había encendido los tendidos en el anterior toro.

Bohórquez abrió plaza y mostró sus dos caras. Con el toro menos vistoso del encierro estuvo descentrado, pero luchó por desquitarse en un cuarto en el que sobre Bohemio logró momentos de clase.

El menú era bueno pero el banquete no fue completo. Al final, la afición salió encantada con los caballos, pero no con el rejoneo exhibido. Fallaron varias cosas. Algo de dominio y sobre todo los aceros, porque los tres caballeros lucieron sus monturas, tuvieron momentos brillantes aunque no llegaran a imponerse a sus enemigos y estuvieron torpes a la hora de finiquitar a sus oponentes, algo por lo que los tendidos de Vitoria se ponen especialmente intolerantes con quien no acierta a la primera.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_