_
_
_
_
_
Reportaje:

La factoría de sueños se moderniza

La Diputación de Vizcaya pone en marcha un plan de potenciación del Bosque Pintado de Oma con visitas guiadas y servicio especial para sordos

"Es un lugar mágico donde todo se puede". Así define Naiel Ibarrola el bosque donde su abuelo, Agustín Ibarrola, hace ya más de 20 años, comenzó a pintar los troncos de los árboles. Trazos caóticos a primera vista: figuras humanas, rayos y ojos al mirarlos de forma detenida. Una obra de arte que permite tantas lecturas como personas la admiren. Ayer, la responsable de cultura de la Diputación de Vizcaya, Josune Ariztondo, presentó en el propio paraje el proyecto de Difusión del entorno del Bosque Animado de Oma que incluye visitas guiadas previa solicitud, audioguías y signoguías, rehabilitación de un paseo peatonal y nueva señalítica.

El Bosque Pintado de Ibarrola, compuesto por cerca de 600 pinos de Monterrey que conforman 21 obras del artista, se extiende por un recorrido de 7,4 kilómetros con un desnivel de 204 metros. Desde ayer y de miércoles a domingo, de 12.30 a 13 horas y de 16.30 a 18 horas, se pueden reservar visitas guiadas. También en la página web de la Diputación vizcaína dedicada al bosque se podrá descargar el audio de las guías para que el visitante lo guarde directamente en su mp3 o vídeos en los que una persona sorda explica a través del lenguaje de signos el significado de las obras más representativas del bosque.

A lo largo del recorrido, 47 flechas señalan la obra de Ibarrola

Para ayudar al visitante a lo largo del trayecto, esparcidas por el suelo, 47 flechas amarillas numeradas señalan el lugar exacto desde el que observar las obras. Los trabajos de Ibarrola, aunque ejecutados de forma bidimensional, trazos gruesos y simples, forman en su conjunto un espacio tridimensional, y en función de la perspectiva del que observa se puede ver, por ejemplo, un círculo completo o roto. O una sucesión de líneas sin orden ni concierto, que se convierten en una recta continua, que representa una tormenta de rayos que pilló a Ibarrola en uno de sus paseos por el bosque. O personas que corren o juegan al escondite entre los troncos de los pinos. La complejidad del trabajo del artista radica en que su pintura se extiende por varios árboles, algunos separados entre sí por 50 metros, por lo que resulta muy difícil guardar la proporcionalidad.

Además, la diputada de Cultura remarcó la importancia patrimonial, histórica y turística del paraje que rodea el Bosque de Oma. El paseo por el pinar se puede complementar con la visita a la exposición virtual de las pinturas rupestres del paleolítico que encierra la cueva de Santimamiñe. Un paseo por cuatro molinos, el de Olakoerrota, el de Goikolea y los dos de Bolinzulo, que jalonan el río Omakoerreka. O un recorrido por los caseríos históricos del valle. Dos de ellos, los de Andikoetxea y Beaskoetxea, de finales del siglo XV y principios del XVI, todavía conservan arcos góticos.

Dos mujeres pasean por el Bosque Pintado de Oma.
Dos mujeres pasean por el Bosque Pintado de Oma.LUIS ALBERTO GARCÍA
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_