_
_
_
_
_
Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Desgobierno

El Consell ha incluido el nuevo sistema de financiación autonómico en el listado de las traiciones de Zapatero a la Comunidad Valenciana. ¿Lleva esta vez razón el Gobierno valenciano en sumar otro agravio al inacabable registro de quejas que esgrime prácticamente a diario, con fundamento o sin él? Sí. De lo poco que se conoce del enrevesado sistema que ha diseñado la vicepresidenta económica Elena Salgado, parece que dos cosas resultan indiscutibles. Una: la Comunidad Valenciana seguirá, en euros per cápita, por debajo de la media española y habrá que ver las cifras definitivas para comprobar si no abandona la posición de cola. Dos: el diferencial respecto de la media existente con el anterior modelo se habrá reducido.

Hay un dato que permite confirmarlo. Cuando el Gobierno destinaba 9.000 millones a la financiación, la Comunidad Valenciana recibía 1.200. Al aumentar la cantidad global hasta 11.000, se quedó igual. Al vicepresidente económico del Consell, Gerardo Camps, le bastó con hacer la cuenta de la vieja para concluir que, una vez más, Zapatero discriminaba a los valencianos. Llevaba razón. No así el vicepresidente primero, Vicente Rambla, que reclamó un incremento de 1.200, cuando el Gobierno había puesto sobre la mesa sólo 2.000 más. El sentido común dice que Rambla se pasó de frenada. Pero al Consell hace tiempo que le pierde el tremendismo. A este Gobierno resulta imposible pedirle mesura cuando de criticar a los socialistas se trata. Si Zapatero es un "traidor" a los valencianos, en qué categoría habría que colocar a José María Aznar, el presidente que menos dinero invirtió en la Comunidad Valenciana con diferencia, o al ex presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, padre del modelo de financiación todavía en vigor, que nos ha dejado a los valencianos, literalmente, con el culo al aire. Y dónde quedarían quienes, como Francisco Camps o el propio Rambla, cantaron las bondades y méritos de un sistema que mantiene a la Comunidad Valenciana en el último lugar de la lista en cuanto a ingresos por habitante. Pero de eso, este Gobierno no habla.

Ni de eso, ni de nada. El consejero Rafael Blasco dijo en una conversación privada que ha acabado por conocerse que el Consell lleva cuatro meses en crisis. Estuvo moderado. En realidad lleva años en crisis. Un Gobierno que renunció a gobernar el día que introdujo la cláusula Camps en el Estatuto de Autonomía debería de hacérselo mirar. Así les ha lucido el pelo. PP y PSPV decidieron en su día que gobernaran otros, renunciaron a tener un modelo propio de financiación y pensaron que con chupar rueda de Cataluña ya les iba bien. Y sí, les fue bien hasta la recta final, cuando catalanes y andaluces decidieron apretar el ritmo mientras aquí se peleaban con sastres, fiscales, jueces y periodistas por unos trajes de más o de menos. Tan entretenidos estaban que ni se enteraron de por dónde iban las cosas. Tal vez muchos ignoren que en las Cortes Valencianas hay un grupo de expertos que, se supone, reflexionan -¡todavía!- sobre el modelo de financiación que conviene a los valencianos. El Consell debería darle las gracias públicamente a José Montilla, presidente de la Generalitat catalana, y a Antoni Castells, consejero de Economía, por haberles sacado las castañas del fuego, mientras ellos estaban en otra cosa. Tal vez porque aún les quede un resto de vergüenza torera, esta vez no han cargado contra los catalanes que mos ho volen furtar tot y se han contentado con arrearle estopa a Zapatero. Tal vez sea por eso o, tal vez, porque el empresariado valenciano está más que harto de tanto anticatalanismo, cuando el corredor mediterráneo con quien hay que pactarlo de verdad es con nuestros vecinos del norte a quienes hace años llamábamos primos hermanos.

Quienes tampoco se han enterado de nada son los chicos de Jorge Alarte. El PSPV también se durmió pensando que con 1.200 millones podrían lucir alguna medalla y no se les oyó ni una tímida, discreta, reivindicación. Callaron. Iba a decir como muertos, pero diré que como mudos. Como están desde hace tiempo.

¿Hay alguien ahí?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_