De tapas

Una de las condiciones para ir de tapas -acto similar aunque distinto en su concepto a aquello que se llama ir de vinos- es que existan los lugares donde el rito pueda consumarse, y aún más, que los locales donde iniciar y concluir las libaciones o los sólidos consumos se distingan por su calidad y se agrupen en un espacio geográfico común, como si de un hecho convenido se tratase, por lo que no es necesario recorrer grandes caminatas para que la fiesta continúe hasta que el cuerpo diga basta y se encamine al hogar o al restaurante reparador de los iniciales estragos.

En Castellón, lugar que como hemos señalado tantas veces parece alejadode las tendencias culinarias al uso, son sin embargo, fieles devotos de lo que llamamos tapear, ora en la mañana ora en las tarde, cumpliendo de esa forma con un rito desaparecido de nuestras costumbres comunitarias pero aún vigente en otros muchos lugares de nuestro entorno. La calle Barracas, con La Tasketa o La Oficina, o su perpendicular Isaac Peral, que agrupa locales como El Mejillón o La Cueva, son claro ejemplo de lo que decimos, espacios íntimos y sabrosos en un pañuelo.

Será preciso destacar el llamado Ernesto o La Oficina, que brinda en las horas oportunas sabrosos caracoles en salsa, sang en çeba de afortunada consistencia, patatas cocidas y aliñadas con all i oli que se recuerdan por la cantidad mínima pero imprescindible de sal cruda que las adorna en el momento de comerlas y que les brinda una potencia de sabor que desconocíamos, o frituras crujientes que nos reencuentran con el sabor que recordábamos de otros momentos.

Además, en el momento del desayuno se puede solicitar, sin ambages, una sardina salada, de bota, frita y acompañada de huevos y pimientos con el mismo tratamiento de sartén.