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Reportaje:Información privilegiada | Empresas & sectores

Las pruebas de estrés crean estrés

Los ejecutivos bancarios, preocupados por la mayor presión en los 'test' de solvencia

Miguel Ángel Noceda

La Comisión Europea se ha puesto a trabajar en serio y, aunque sea con evidente retraso, ya se conoce que se fijarán unos criterios comunes para la supervisión financiera y para vigilar los riesgos del sistema, puestos en entredicho tras los fallos que ha destapado la crisis y que ha obligado a intervenir a muchos Gobiernos para reflotar sus entidades financieras. Las iniciativas, basadas en las conclusiones del grupo de expertos que dirige el veterano Jacques de Larosière, han sido bien recibidas. Sin embargo, el patio del sector financiero anda muy revuelto ante el endurecimiento de los test de estrés, que en estos tiempos de crisis se han puesto de moda alcanzando pleno apogeo en EE UU.

Las pruebas de estrés consisten en medir la solvencia y la capacidad de respuesta de las entidades financieras ante situaciones límite. Consisten en simular una serie de escenarios hasta circunstancias más extremas y se contrasta su efecto en el fluido sanguíneo de las entidades. Del resultado -es decir, si aguantarían o no- depende que las autoridades supervisoras determinen si una entidad en particular necesita tomar medidas para reforzar su solvencia, como recapitalizarse, o deben adoptar algún tipo de intervención.

El problema radica en que los test de estrés se convierten en una presión adicional que origina estrés por sí mismos. En el mundo de los ejecutivos de las entidades financieras han comenzado a levantarse voces críticas en ese sentido. Más de un profesional del sector ha definido en privado que muchas pruebas son "chorradas" y que se dejan en entredicho los balances de las entidades, "cuando, en realidad, son los que mejor muestran la situación de una entidad y en los que siempre se han fijado los bancos centrales".

Los ejecutivos se quejan, precisamente, de que, en lugar de enviarse mensajes de tranquilidad, se encargan programas de medición o evaluación que, según su opinión, carecen muchas veces de fundamento o se pasan de exigencias y, antes de apaciguar, generan presión e incertidumbre, a veces innecesarias. También en el entorno del Banco de España se han cuestionado en alguna ocasión, precisamente por el riesgo de presionar más de la cuenta a las entidades.

Nadie pone en cuestión, sin embargo, la puesta en marcha de una nueva regulación financiera común, cuya ausencia o incumplimientos de normas ya existentes, se ha puesto en evidencia con la crisis. En ese sentido, se apoyan abiertamente las medidas anunciadas esta semana para fortalecer la supervisión mediante el propio CEBS y el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, que vigilará los riesgos del sistema.

La preocupación del sector parte del escueto comunicado que el pasado 12 de mayo emitió el Comité Europeo de Supervisores Bancarios (CEBS), en el que anunciaba que había puesto en marcha una "amplia labor" para unificar los test de estrés con una serie de directrices y escenarios, al modo estadounidense. Asimismo, reafirmaba su objetivo de reforzar la resistencia del sistema financiero y contribuir a las mejores prácticas en el seno de la UE. El comunicado dejaba bien claro que no se trataba de identificar las necesidades de capitalización de un banco en particular, ya que esa labor corresponde a los bancos centrales de cada país. Terminaba advirtiendo de que habrá una revisión el próximo mes de septiembre.

La puesta en común en Europa se produce después de que en EE UU se decidiera inyectar capital a muchas entidades que habían salido malparadas de los análisis de estrés. La decisión europea de unificar criterios obligará a pasar por el control también a las grandes entidades, como al Santander y al BBVA en el caso español, hasta ahora poco habituadas a pasar por el laboratorio.

En España este tipo de pruebas está dentro de la competencia del Banco de España, que, como otros bancos centrales, las realiza pormenorizadamente desde que se promulgó la normativa de Basilea II sobre solvencia bancaria. En la práctica, hasta la fecha se han hecho de forma selectiva. Sin embargo, con la crisis a cuestas, esas pruebas de esfuerzo se han convertido en algo mucho más habitual y general, por las que han pasado bancos y cajas. E incluso se han extendido a otros sectores, caso de las aseguradoras. -

La vicepresidenta se reúne con el presidente de las cajas

La vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado, convocó esta semana al presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Juan Ramón Quintás, para conocer de su boca la situación y exigencias de estas entidades financieras, que suponen algo más del 50% del sistema español. Economía está a punto de aprobar el Fondo de Reestructuración y Organización Bancaria (FROB) y la ministra no se muestra partidaria de cambiar la Ley de Cajas, en contra del criterio del Banco de España. El organismo que preside Miguel Ángel Fernández Ordóñez quiere quitar poder a los Gobiernos autonómicos y ser capaz de actuar con más libertad a la hora de intervenir o propiciar concentraciones.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.
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