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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una torpe imprudencia

La Academia Militar de Hoyo debió evitar la visita de colegiales ante la sospecha de la gripe A

Más de 500 militares de la Academia de Ingenieros del Ejército de Hoyo de Manzanares no han podido salir este fin de semana como medida cautelar después de que, el viernes, el Ministerio de Sanidad confirmara que son 11 los contagiados en ese centro por un brote de gripe A (N1H1). Ayer, además, la ministra de Defensa, Carme Chacón, ordenó abrir un expediente informativo para aclarar lo sucedido allí desde que, el pasado lunes, 13 militares se presentaran en el botiquín con síntomas de la enfermedad. Esta última iniciativa ha sido la respuesta a la alarma desatada cuando se supo que el mismo lunes, cuando aparecían los primeros presuntos casos, pero sobre todo el miércoles, cuando se sospechaba ya que pudieran tener relación con la nueva gripe, más de un centenar de alumnos de 5º y 6º de Primaria del colegio público Virgen de la Encina visitaron las instalaciones de la academia.

Por mucho que la OMS no aconseje restringir "los movimientos de la población en general" cuando irrumpe la enfermedad, y aun cuando los niños no hubieran tenido contacto alguno con las personas en estudio, tal como manifestó el viernes el secretario general de Sanidad, es una manifiesta irresponsabilidad no haber anulado las visitas del colegio a la academia, no sólo para evitar cualquier contagio -por remota que fuera esa posibilidad-, sino precisamente para impedir el más mínimo conato de alarma en la población de Hoyo de Manzanares. Por leve que sea la nueva gripe (han muerto 86 de 12.022 afectados en 43 países), la preocupación de la OMS a propósito de esta pandemia procede de las aún desconocidas posibilidades de mutación que tiene el virus, y son éstas las que a la larga podrían ser más peligrosas.

La expansión del virus N1H1 es imparable, dijo el jueves Margaret Chan, directora de la OMS, en la clausura de la Asamblea Mundial de la Salud. Hay que ser, pues, extremadamente meticulosos en la aplicación de los protocolos que recomienda esa organización. Así parecen haberlo hecho las autoridades sanitarias militares en el cuartel de Hoyos. Desde el martes ya hubo epidemiólogos trabajando sobre el terreno y hoy están aislados los 61 sospechosos de poder padecer contagio. Por eso se entiende menos la torpeza de quien autorizara la visita de los colegiales.

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Tampoco tienen pase las incoherencias que ha habido a la hora de informar del brote. O Defensa y Sanidad estuvieron coordinados desde el principio, como sostuvieron el viernes dos relevantes cargos de ambos ministerios, o, como explicó la ministra Trinidad Jiménez en la Comisión de Sanidad del Congreso, su departamento sólo supo el jueves de la presunta presencia del nuevo virus en la academia militar. La batalla contra la nueva gripe es tan compleja que exige que los distintos ministerios y partidos actúen coordinados y no conviertan la pandemia en arma arrojadiza para erosionar al rival político. Hasta el episodio de Hoyo, la actuación de las autoridades españolas había sido correcta. Debe seguir siéndolo.

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