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Columna
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Un genio: José Lázaro

Se acercan, a marchas forzadas o, en latín, magnis itinéribus, como escribe César en La Guerra de las Galias, el 18 de mayo, Día Internacional del Museo, y el día 27 del mes de la amapola, como dice una canción de los brillantes días en que Di Stefano jugaba en el Madrid, lindísima amapola, fecha del centenario de la fiesta inaugural del palacio de Parque Florido, residencia familiar del financiero, editor, bibliófilo y mecenas navarro afincado en Madrid, José Lázaro Galdiano. Y ¿cómo andan de audiencia -hoy los museos se visitan con cascos para recibir información que va directamente a los tímpanos- los museos madrileños?

Una mujer rubia, de unos 30 años, que, el martes pasado, a las 9.25, a la altura del número 77 de Ortega y Gasset, le incrustó un golpe seco a una acacia con un felpudo para sacudirle el polvo, tenía toda la pinta de saber que los grandes museos madrileños registraron una excelente audiencia en 2008.

El Museo del Prado y el Reina Sofía aumentaron su número de visitantes en un 3,6% y un 15,8%, respectivamente, con relación a 2007. El Museo del Prado se va acercando a los tres millones de visitantes anuales y el Reina Sofía se aproxima a los dos millones de aficionados al fútbol plástico. El Museo Thyssen-Bornemisza fue el único de los grandes museos que sufrió una, esperemos, pasajera lipotimia de visitantes. En 2007 rozó el millón de visitantes y, en 2008, descendió al Hades de los 750.000 hijos de Ulises.

El 27 de mayo de 1909, José Lázaro inauguraba con una memorable fiesta, que tuvo un enorme eco social por la relevancia de los invitados, el palacio de Parque Florido, cuyo nombre era un homenaje a su esposa, Paula Florido, nacida en Veinticinco de Mayo (Argentina) aunque con residencia en la calle de Lavalle de Buenos Aires. Aquel palacio, legado por José Lázaro al Estado con todos sus bienes en 1947, el año en que fallece, es hoy la sede de la Fundación Lázaro Galdiano (en la calle de Serrano, 122), otro de los magníficos museos de Madrid. El legado de José Lázaro -quizá el más importante que haya hecho al Estado un ciudadano español- lo constituían 13.000 obras de arte, el palacio que las albergaba, la sede de su editorial, La España Moderna, y una biblioteca con 20.000 volúmenes. Esta fundación es un auténtico oasis en la confluencia de Serrano con María de Molina. La misma sorpresa que se siente en el desierto al toparse con un oasis se siente al descubrir el maravilloso jardín de esta fundación. Arde, incluso en invierno, el asfalto de Serrano y María de Molina, y la Fundación Lázaro Galdiano invita con sus trinos neorrenacentistas, el estilo arquitectónico de este edificio, a la visita de las espléndidas colecciones que alberga el museo: colecciones de armas y armaduras, bronces, cerámica y porcelana, dibujos y estampas, esculturas, joyas, pintura, platería, relojes, vidrio y cristal, agua, azucarillos y aguardiente. No hay en Madrid aguardiente como el de la Fundación Lázaro Galdiano, un aguardiente muy superior al ideológicamente reaccionario del Anís del Mono, del que se cuenta que llegó a anunciarse con esta leyenda antidarwinista en su etiqueta: "Leña al mono hasta que aprenda el catecismo".

José Lázaro, nacido, en 1862, en Beire (Navarra), a pocos kilómetros de Olite, cuyo palacio real, hoy reconvertido en parador nacional, acogió en su día como cliente al poeta Jaime Gil de Biedma -un poeta de primerísimo nivel ahora editado por EL PAÍS en su colección de poesía que sigue alegrando los quioscos-, fue un hombre profundamente liberal, un regeneracionista que luchó por educar a la patria con su revista La Nueva España, nuestra primera gran revista conectada a Europa.

En colaboración con el Gobierno de Navarra se acaba de inaugurar la exposición Navarra en el corazón: monumentos y paisajes desde la mirada del siglo XIX en la Fundación Lázaro Galdiano. Los dibujos de Navarra que adquirió José Lázaro proceden de la colección de Valentín Corderera, pintor e historiador del arte, y del archivo de Pedro de Madrazo. La Fundación Lázaro Galdiano cuenta con 143 dibujos y apuntes de Navarra reproducidos en el espléndido catálogo de la exposición. Ahora se exhiben al público 18 piezas distribuidas en cuatro apartados guiados por los espléndidos textos que Bécquer dedicó a Navarra: Roncesvalles, Estella y Olite, sede de la corte de los reyes de Navarra. En el cuarto apartado se han reunido varias poblaciones navarras: desde Marcilla y el monasterio de La Oliva hasta Sangüesa y el monasterio de Leyre. Los días 7, 12, 19 y 28 de mayo, Jean-François Botrel, Jesús Rubio, Ignacio Urricelqui Pacho y Jesusa Vega, respectivamente, participan en la fundación en un ciclo de conferencias dedicadas a honrar la memoria de José Lázaro, tan excelentemente estudiado por Juan Antonio Yeves Andrés.

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