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Columna
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Mentalidad global

Las transformaciones espaciales están estrechamente relacionadas con los cambios sectoriales y con los modelos productivos. En el marco de estos cambios las personas se desplazan para mejorar sus condiciones de vida y, por eso, la concentración en las zonas adelantadas se prolonga durante más tiempo, lo que supone afirmar que la polarización aumenta con rapidez.

Esta dinámica de concentración presenta importantes procesos. Existe aproximación en lo que atañe al consumo de los hogares; en segundo término, la siguiente convergencia tiene lugar en los servicios públicos básicos, tales como la educación básica, la salud, el agua potable y el saneamiento; y en tercer lugar, los últimos en homogeneizarse son los salarios y los ingresos. De ahí que la mayor parte de los estudios estimen que la convergencia en los niveles de vida como la concentración de las actividades económicas avanza más rápidamente a escala geográfica local; mientras que el ritmo es más lento en el plano internacional.

Los mercados son más internacionales pero hay más fronteras: en 1900 eran cien y ahora 600

Dicho de otra manera. A nivel local, la convergencia de los niveles de vida básica comienza antes. En lo tocante al plano nacional, la divergencia en los niveles de vida se produce con rapidez, pero la convergencia es menos rápida. Y finalmente, en lo que concierne al plano internacional, la divergencia de ingresos continúa durante algún tiempo, pues la convergencia es especialmente lenta.

El planeta muestra, en consecuencia, varias notas de interés. Tenemos ciudades más grandes. La población urbana ha crecido mucho y, sobre todo, lo hace en los países en desarrollo. Las mayores urbes del mundo son hoy en día más grandes, al punto que el tamaño medio de las 100 mayores ciudades del mundo es ahora casi 10 veces el registrado en el año 1900.

Estamos ante mercados más amplios. Los avances tecnológicos y del transporte junto con las nuevas áreas de mercado hacen que el comercio mundial sea cinco veces mayor que en 1900. La economía asiste a una mayor apertura; y advertimos una intensa liberalización comercial que precipita situaciones de divergencia sub-nacionales y distintas oportunidades para acceder a los mercados mundiales. Un dato revelador en este sentido es que las áreas costeras y las más densamente pobladas están en mejor situación.

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Se advierte la existencia de más fronteras. Si bien los mercados son más internacionales debido a las mejoras en el transporte y en las comunicaciones, el mundo está más fragmentado políticamente. En 1900 había 100 fronteras internacionales y en la actualidad hay más de 600; debido a los mayores procesos de independencia. Esta fragmentación hace que los mercados nacionales sean cada vez más pequeños.

Debemos tener claros varios conceptos. La integración regional no debe crear "islas"; es decir, se precisa una intensa colaboración para ayudar a los países a acceder a los mercados mundiales a los que no tendrían acceso por su propia cuenta. La concentración de la actividad económica es una dinámica inevitable, lo que implica que las empresas se especializan y aumentan la escala de producción en ciertos lugares subrayando desigualdades territoriales. Dicha especialización e integración alientan procesos de desplazamientos poblacionales y las migraciones se conectarán en torno a las regiones más importantes. Ello exigirá la puesta en marcha de explícitos programas de compensación para asegurar el acceso a servicios sociales y a infraestructuras básicas en el caso de las economías menos avanzadas.

Estas distinciones son sumamente importantes de cara a plantear ideas globales puesto que las regiones se pueden llegar a clasificar en torno a varios ejes: regiones cercanas o alejadas de los mercados mundiales; regiones con distintos niveles de especialización tecnológica; regiones con distintas cualificaciones de capital humano; y regiones con disímiles dotaciones de servicios básicos y de infraestructuras.

Los riesgos que hay que evitar es que exista una divergencia entre la concentración de la producción y de las personas; hay que atenuar, por lo tanto, la existencia de zonas atrasadas; y, finalmente, se debe actuar para que las disparidades territoriales no sean duraderas.

En consecuencia, las instituciones no deben ser neutrales, ni en su diseño ni en su cobertura. Deben ser integradoras y proactivas de manera que puedan coadyuvar nuevas formulaciones de cara a estimular nuevas ideas con mentalidad global.

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