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Reportaje:

El tenis abre la Caja Mágica

Madrid estrena torneo en una imponente instalación que ha costado 160 millones de euros y tiene tres pistas que pueden ser cubiertas

Todo empezó con una operación secreta. Se produjo en un club remoto de Barcelona, metido en el campo, para que nadie lo viera. Acudieron Dinara Safina, la número uno; Feliciano López, el héroe de la Copa Davis conquistada en Mar del Plata, y Emilio Sánchez Vicario, el hombre que guió ese triunfo de España. El peregrinaje tenía un objetivo. Probar una pista de tierra azul y convencer a los tenistas de que era la mejor superficie para el Abierto de Madrid, que arranca hoy en su cuadro femenino y mañana en el masculino, los dos en la imponente Caja Mágica, que ha costado 160 millones de euros.

Safina viajó hasta Dubai con muestras de la arcilla azul para convencer de sus bondades a las mejores jugadoras del mundo. Éstas le dieron el visto bueno. No ocurrió lo mismo en el circuito masculino. Eso obligó a cancelar el proyecto: Rafael Nadal y Roger Federer ya tenían suficiente con preocuparse por los efectos perturbadores que tendrán en su juego los 600 metros de altura de la capital. Madrid propone un torneo mastodóntico. "Y a un monstruo así", dice la organización sobre las dificultades del proyecto, "le cuesta echar a andar".

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El sol de mayo castiga a los jugadores, que se mueven sobre el albero. "¡Tampoco bota tanto la bola!", ironiza sobre la altura Fernando Verdasco, que viaja por el lado del cuadro de Nadal y Novak Djokovic. "Yo, cuando saco, sólo consigo que bote por encima de la valla", cierra mientras por la calle de al lado viajan camiones de alto tonelaje y reverberan los gritos de los obreros. La instalación ocupa 82.520 metros cuadrados. Son casi tantos como los problemas que afronta el torneo, un impresionante macrocomplejo de proporciones olímpicas que cuenta con 19 pistas, tres de ellas con posibilidad de ser cubiertas. "Falta tensión y constantemente salta la luz", dicen los técnicos. Los operarios trabajan en triple turno para recuperar el tiempo perdido en las obras cuando la comisión evaluadora del COI visitó la instalación el miércoles. Todo pasa a toda prisa. El sorteo del cuadro femenino estuvo desangelado. El del masculino fue simplemente caótico: se dio como exentos de la primera ronda a 16 tenistas cuando sólo podían ser ocho.

Hierve de gente el recinto, al sur de Madrid, y con el gentío se agitan cientos de obreros. Ya lo había advertido Ion Tiriac, el dueño del torneo, que paga un alquiler por usar la Caja Mágica. "Es un animal diferente", decía comparando lo que tiene entre manos con el viejo Rockódromo. Su afirmación encierra una catarata de números. La presencia por primera vez de un cuadro femenino y otro masculino. La necesidad de importar 30 jueces de línea de Japón, China, Argentina y Australia, todos con hotel, avión y gastos pagados, además de 50 euros al día, porque en España no hay más de 80 jueces "lo suficientemente cualificados". La Policía Nacional conoce bien el problema de las gigantescas dimensiones del torneo. El Abierto tiene 751 voluntarios, 215 agentes de seguridad y 520 camareros. Hay también más de 700 periodistas, 110 jueces de línea, 150 niños recogepelotas, 60 modelos con el mismo trabajo, 14 jueces de silla y 28 personas dedicadas a la atención médica de los jugadores. Todas esas acreditaciones han sido revisadas "una a una" desde hace meses por la Policía, que patrulla intensamente las calles del barrio de San Fermín.

España estrena torneo en Madrid. La concentración de tenistas de nivel sólo tiene parangón en los cuatro trofeos del Grand Slam y otras tres competiciones: Pekín, Indian Wells y Miami. Todos los espectadores, sin embargo, esperan al mismo héroe todoterreno. Nadal, un jugador rodeado de compromisos, jugará el martes o el miércoles contra el vencedor de la eliminatoria que medirá al austriaco Jürgen Melzer y a Albert Montañés.

Fernando Verdasco, entrenándose ayer.
Fernando Verdasco, entrenándose ayer.EFE

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