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Alerta sanitaria

A clase sin miedo a la "gripe mala"

Terminan las vacaciones forzosas en los colegios que vivieron brotes de gripe en Nueva York - Los nuevos contagios ya no supondrán el cierre de las aulas

El ajetreo a primera hora de ayer frente al colegio PS 177 del barrio neoyorquino de Queens parecía el de un día cualquiera en una escuela cualquiera. De los autobuses escolares amarillos iban bajando estudiantes, mientras que algunos padres acompañaban a sus hijos hasta la misma puerta de entrada. Sólo la excesiva efusividad con que los maestros parecían saludar a padres e hijos y la presencia de cámaras de televisión delataban que algo inusual había ocurrido en este centro para niños autistas, clausurado el pasado 29 de abril, y que ayer volvió a abrir sus puertas.

Las autoridades de Nueva York cerraron la escuela ante la sospecha de que algunos alumnos habían contraído la nueva gripe. Tras su clausura, la sospecha se confirmó: cinco estudiantes estaban enfermos. Se unían así a los 44 casos aparecidos en una escuela vecina, la St. Francis Prep School, epicentro del brote en Nueva York, causado por el viaje de algunos alumnos a México.

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"Ha sido sólo un susto, mi hijo está bien, el mayor problema ha sido qué hacer con él estos días", explicaba ayer a las puertas de la PS 177 Jenny Chao, madre de un estudiante taiwanés de 17 años que en ningún momento ha estado enfermo. "Lo que sucede con los niños autistas es que romperles la rutina crea muchas dificultades así que hoy, después de varios días en casa, no quería subirse al autobús del colegio y he tenido que traerle yo", relataba Chao. Otro de los problemas adicionales en niños con este trastorno es detectar la enfermedad, ya que no siempre son capaces de expresar bien los síntomas. "Pero para eso tenemos una enfermera en la escuela", aseguraba una de las maestras.

A Juan Bautista, conductor puertorriqueño de uno de los autobuses escolares, el susto no le ha hecho gracia. "Dicen que la gripe no es tan mala pero uno nunca sabe y yo viajo con ellos dos veces al día. Justo antes de que cerraran la escuela noté que había varios chicos enfermos, por suerte no todos tenían la gripe mala", explicaba mientras se bebía un café tras el turno de mañana.

Al parecer el H1N1 viajó hasta la escuela PS 177 a través de un niño infectado que tiene un hermano en la St. Francis Prep School. Esa escuela reabrió sus puertas el pasado lunes a bombo y platillo, con el mismísimo alcalde Michael Bloomberg dando la bienvenida a los niños tras cinco días de vacaciones forzosas y tratando así de lanzar un mensaje de tranquilidad a los neoyorquinos, los más afectados por el brote de H1N1 en EE UU. En esa ciudad se han registrado 97 de los 642 casos confirmados en un país donde, hasta la fecha, sólo han muerto un niño mexicano en Tejas y una mujer de 30 años a la que el virus ha matado sólo en parte, puesto que ya tenía otras enfermedades que el H1N1 agudizó. Desde esta semana Nueva York cuenta con un laboratorio donde en apenas cinco horas puede saberse si alguien tiene el virus (antes era necesario enviar las muestras al CDC de Atlanta).

Al menos dos tercios de los casos de contagio en EE UU se han producido entre menores de 18 años. De ahí que una de las primeras medidas que se tomó fue la de clausurar las escuelas sospechosas. Más de 700 amanecieron el martes con el cartel de cerrado en 24 Estados del país. Esto supone que casi medio millón de niños tuvieron que quedarse en casa, según datos del Departamento de Educación. Sin embargo, ese mismo día el Centro de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) anunció que la gripe no era tan letal como se creía y por tanto le pidió a las escuelas públicas que volvieran a abrir sus puertas (las privadas pueden decidir si permanecer cerradas). Desde ahora, si se sospecha que un niño tiene el virus, será obligado a quedarse en casa durante siete días pero sus compañeros podrán seguir yendo al colegio. Lo peor, parece, ya ha pasado.

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