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MYRIAM SECO ÁLVAREZ | Arqueóloga | Mujeres en vanguardia

En busca del tesoro escondido

Myriam apenas levantaba un par de palmos del suelo. A su padre, Manuel, no le gustaba la playa. Los días del verano los pasaban en Sevilla. Myriam consumía horas escarbando en el pequeño jardín de la casa.

De vez en cuando, encontraba alguna piedra que a ella le parecía un tesoro y corría a enseñársela a su padre.

-¡Ufff! Esto puede ser interesante, sigue escarbando -le decía Manuel.

Myriam, que de mayor quería ser arqueóloga, continuaba horadando la tierra en busca de un tesoro que nunca encontró en el jardín de su casa. Pero sí a miles de kilómetros, años después.

Porque Myriam terminó viendo su sueño cumplido: se doctoró en Arqueología y hoy su vida transcurre por las míticas ciudades de Luxor, Tiro, Alejandría o en los arrecifes del Mar Rojo.

"Los arqueólogos de verdad no tienen nada que ver con Indiana Jones"
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"Hemos sacado en dos meses 4.000 bloques del templo de Tutmosis III"

Su padre, que al igual que el abuelo y sus dos hermanos era orfebre, le había transmitido la pasión por la arqueología. Hoy, Manuel se queja: "Me dice que nunca estoy en casa; yo le respondo: tú tienes la culpa".

Una responsabilidad compartida con su profesor de Historia Antigua en la Universidad de Sevilla, Francisco Presedo Velo. Además de descubrir la Dama de Baza, Presedo era un reputado egiptólogo. "Sus clases me entusiasmaban y comencé a soñar con Egipto".

Myriam tenía espíritu aventurero, pasión por viajar a remotos lugares y una férrea voluntad para aprender idiomas: francés, inglés, alemán, árabe.

Al terminar la licenciatura en 1990, con una beca Erasmus, inicia la primera etapa de un largo viaje que aún no ha terminado: Tübingen, Alemania. Tiene 23 años. Allí prepara su doctorado, sobre los niños en las tumbas de Tebas (actual Luxor). Allí tomará su vuelo iniciático a Egipto:

-La primera impresión fue horrorosa. El Cairo me pareció una ciudad sucia, caótica con sus veinte millones de habitantes, ruidosa...

Aquella visión desapareció cuando un par de días después pisó su primer yacimiento arqueológico en Sharuna: "Un sueño: justo lo que había imaginado".

¿Había soñado con ser un Indiana Jones? No. El héroe que interpreta Harrison Ford no tiene nada que ver con el verdadero arqueólogo.

-Cuando dices que trabajas en Egipto, te comparan con Indiana. Pero una excavación de urgencia en el centro de Sevilla también es arqueología y nada tiene que ver con los héroes cinematográficos.

Casualmente, el lugar elegido por Myriam para fotografiarse, sedienta de estampas sevillanas, es el Patio de Armas, con la Giralda al fondo. Un Patio asaltado estos días por arqueólogos que acaban de descubrir un tesoro: ocho monedas de oro y el crismón (estandarte) del Obispo Marciano, que gobernó la iglesia de la ciudad en el siglo VII.

¿No hay riesgo pues en su trabajo? Sí, claro. Sobre todo, en la zona que ella ha elegido: Oriente Próximo.

Una de las dos excavaciones que dirige en la actualidad se encuentra en Tiro (Líbano), a 21 kilómetros de Israel. La Dirección General de Antigüedades libanesa le pidió en 2004 que rescatara el tesoro de un pecio que estaba siendo saqueado por los pescadores. Dos años después, financiada por Cajasol, estaba lista para iniciar el trabajo. Pero tuvo que interrumpirlo un año: Israel invadió el Líbano.

La espera mereció la pena. Cuando Myriam y su equipo se sumergieron en las aguas de Tiro, encontraron docenas de estatuas en terracota. En las dos primeras campañas han extraído 328 estatuillas que muestran a guerreros, sacerdotes y mujeres embarazadas. Una de ellas muy valiosa por la inscripción que tiene: Eshmoun Yeten. Posiblemente, el nombre del autor de la estatua o de la persona que hizo el cargamento. "Nos ha servido para datar la cerámica: siglo V antes de Cristo".

Pero hasta dirigir su propia excavación, Myriam sufrió un duro aprendizaje trabajando con arqueólogos alemanes, franceses y estadounidenses en distintos puntos de Egipto y Líbano.

Su bautizo submarino fue en el Mar Rojo. Como no sabía bucear, hizo un curso rápido en La Herradura (Granada). Se incorporó en Hurghada al equipo del Instituto Náutico de Arqueología (INA) de la Universidad de Texas.

-Fue una locura. Pasé de un cursillo de principiantes a trabajar a 37 metros de profundidad.

En el fondo del mar, había un pecio del siglo XVIII con una valiosa colección de piezas de porcelana. Del Mar Rojo saltó a Alejandría, a rastrear el tesoro de un pecio romano. Luego, trabajó con Carmen Pérez Die en la Herakleópilis Magna. Así fue enlazando una excavación tras otra. ¿Tan fácil era? No, responde: "Había que estar allí, en el terreno, disponible".

Como lo estuvo para formar parte del equipo que rodó la película El misterio del Nilo, una producción española de Órbita Max. Myriam era la arqueóloga del grupo que recorrió por vez primera los 5.200 kilómetros del Nilo Azul, desde su nacimiento hasta el Mediterráneo, atravesando Etiopía, Sudán y Egipto.

La segunda oportunidad de dirigir un proyecto propio le llega cuando trabaja con los alemanes en el templo de Amenophis III. El Consejo Superior de Antigüedades Egipcias le autoriza a proseguir las excavaciones en el templo funerario de Tutmosis III en Luxor, abandonadas desde hacía 70 años.

Con el patrocinio de Cepsa, un equipo de ocho personas y un centenar de obreros egipcios han sacado en la primera campaña a finales del pasado año más de 4.000 bloques (fragmentos) "decorados con colores alucinantes, estatuas, relieves...". La idea de Myriam es remontar alguna de las escenas encontradas: una ofrenda del faraón, una escena de guerra...

Los ojos de Myriam se iluminan al hablar de su nuevo tesoro.

-¡Sólo hemos hecho una campaña de dos meses y ya hemos encontrado tantísimo material valioso!

Su padre, Manuel, no tendrá que fingir ahora para decirle a su hija:

- ¡Ufff! Eso es interesante, sigue escarbando.

Myriam Seco, en la Patio de Armas de Sevilla.
Myriam Seco, en la Patio de Armas de Sevilla.JAVIER BARBANCHO

Un cierto acoso en El Cairo

Acaba de llegar de El Cairo. Con ganas de respirar aire puro y tomarse una tapita de jamón en El Rinconcillo, su bar preferido. Una reliquia de la arqueología gastronómica: la tasca se fundó en 1670.

Myriam aprecia su vuelta a Sevilla porque puede pasear con total tranquilidad.

-En El Cairo siento cierto acoso por ser mujer. Todo el mundo mirándote. Cuando salgo por la noche, me tapo. Y no por el frío. Pero aún así, le encanta la capital egipcia: "Además, trabajo en algo que me apasiona". Un trabajo excitante, pero inestable. Siempre en busca de una excavación, con poco tiempo luego para investigar pacientemente en la biblioteca lo hallado.

Hace tiempo, los arqueólogos se quedaban hasta el 40% de los tesoros descubiertos. Eso cuando no arramplaban con todo. No hay más que visitar los museos británicos. Hoy todo lo que se descubre permanece en el país de origen.

Precisamente, Myriam acaba de coordinar una magna exposición en el Museo Egipcio de El Cairo con los hallazgos hechos por españoles en aquel país durante los últimos 120 años. La muestra recoge piezas de los mejores arqueólogos hispanos. No hubo tiempo para llevar algunos de los 4.000 bloques que Myriam encontró a finales del pasado año en el templo funerario de Tutmosis III, aunque sí hay un panel informativo.

Ahora, Myriam descansa unos días en Sevilla y prepara unas jornadas con la Fundación Tres Culturas sobre cooperación hispano-egipcia, además de una exposición con Cajasol. Se podrán ver en Sevilla algunas de las terracotas encontradas en Tiro.

Y de nuevo al tajo. Aunque en su casa cairota siempre habrá un cierto toque andaluz: nunca falta un poco de jamón, una botella de vino y un poquito de flamenco. Por ejemplo, de Miguel Poveda. No es El Rinconcillo, pero...

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