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Reportaje:Gastronomía

Una calle para los 'gourmets'

La Rue Paul Bert, cita obligada para los círculos gastronómicos de París

Antonio Jiménez Barca

A primera vista parece una calle más de París. Una calle pequeña, sin tráfico, agradable, con un supermercado de barrio, una tienda cerrada llena de lámparas viejas, una librería y una cerrajería. Situada en el distrito 11 de París, al este de la ciudad, la calle de Paul Bert queda muy lejos de las rutas turísticas y, lo dicho, no tiene nada de especial, salvo esa suerte de sorprendente aire parisiense que a veces uno encuentra de golpe en algunos rincones. Y sin embargo, la calle de Paul Bert es famosa entre determinados círculos gastronómicos siempre a la caza de la última.

Si el visitante mira mejor comienza a darse cuenta de por qué. Para empezar, en la calle, de no más de 300 metros, se amontonan varios restaurantes de estilos muy diferentes. Y si uno se fija bien, la librería de antes no es una librería normal, sino una librería culinaria, especializada no sólo en materias de cocina, sino en diseño de delantales o de utensilios culinarios. Hay también varias tiendas de vinos.

¿Cómo empezó todo? La respuesta hay que buscarla en un bistrot delicioso situado en el número 18 de la calle, llamado, para qué dar más vueltas, Bistrot Paul Bert. Especialidad: ninguna. O mejor: la comida francesa de toda la vida. Decoración: pues tampoco ninguna. O mejor: el local es uno de esos típicos restaurantes parisienses de mesas diminutas en las que es difícil poner dos platos juntos y la cestita del pan sin causar un estropicio. Su simpático propietario, Bertrand Auboyneau, abrió el local hace 12 años. "Aquí no había nada, y los precios eran baratos. Eso fue el principio. Por entonces se abrió otro restaurante: Le Temps au Temps. Nosotros hacíamos comida clásica; ellos, una cocina mucho más moderna. La mezcla empezó a funcionar y la gente empezó a venir".

Dos años después, Auboyneau abrió un segundo restaurante, especializado en pescado y marisco, al lado del primero. La pequeña calle comenzó a atraer a más propietarios de locales. En la esquina hay uno de La Reunión. Hace unos años abrió Único, un restaurante argentino. "Aquí nuestra cocina no es muy conocida", explica uno de los propietarios, Enrique Zanoni. Poco después abrió La Cocotte, la librería especializada en gastronomía. Su dueña, Andrea Waimer, también de origen argentino, explica que no podía haber elegido mejor emplazamiento para su local. "Vine porque conocía al propietario de Único y me gustó la calle", explica. La librería es un paraíso para todo gastrónomo: guías, manuales, libros especializados... Waimer saca uno de una estantería. Es del televisivo cocinero francés Cyril Lignac, el último vecino de la calle, que hace poco ha abierto La Maison Chardenoux.

"A las nueve de la noche está todo lleno", explica Zanoni. "El otro día estuvo aquí Sharon Stone", explica. "Y muchos políticos franceses vienen a menudo. Con sus amantes", añade.

Interior del Bistrot Paul Bert.
Interior del Bistrot Paul Bert.DANIEL MORDZINSKI

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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