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EL CÓRNER INGLÉS | 34ª jornada de Liga / Internacional
Columna
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Chelsea y Andorra: pequeñitos pero matones

"Los equipos europeos jugaron demasiado a la defensiva, como con miedo. Los ingleses fueron los peores". Guus Hiddink, actual entrenador del Chelsea, en el Mundial de 2002

Se ha visto mucho gran fútbol en Barcelona esta temporada pero, en cuanto a heroicidad, a espíritu guerrero, destacan dos partidos: el del Chelsea ante el Barça en el Camp Nou el martes pasado y el de Andorra contra Inglaterra en septiembre en el Estadio Olímpico de Montjuïc. El primer tiempo de los andorranos fue sublime. Reconociendo, igual que el Chelsea ante el Barça, su condición de equipo pequeño, de escasos recursos técnicos frente a un formidable rival, formaron un muro alrededor de su área que la selección inglesa, por más posesión que tuvo, fue incapaz de penetrar.

Los jugadores ingleses, su técnico y su afición admitieron que, enfrentados al Barça, eran unos pobres hombres
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La euforia que se debió de haber vivido en el vestuario andorrano en el descanso, la inmensa satisfacción de sobrevivir 45 minutos sin goles, sólo puede ser comparable al júbilo de los jugadores del Chelsea tras salir ilesos contra el Barcelona en la ida de las semifinales de la Champions. Fue una pena que la selección inglesa de Fabio Capello lograra marcar dos veces al reiniciarse el partido, pero los jugadores andorranos recordarán aquel primer tiempo como su particular batalla de El Álamo, su Stalingrado. Y los cánticos de los aficionados ingleses cuando el árbitro pitó el final de aquel primer tiempo le habrán sonado a música celestial. "What a load of rubbish!", coreaban: "¡Qué montón de basura!".

La reacción de la afición del Chelsea en el Camp Nou esta semana no podría haber sido más diferente. Festejaron su 0 a 0 como la epopeya del siglo. Su felicidad se reflejó en las declaraciones de los jugadores y de su entrenador, Guus Hiddink, tras el partido. Todos celebraron la "valentía" que habían demostrado. Hiddink habló de "sangre y sacrificio", de la "hazaña" de haber logrado un empate a cero contra "un equipo hermoso que juega un fútbol hermoso". David Rodrigo, el seleccionador de Andorra, dijo cosas por el estilo, aunque se indignó ante las declaraciones de su contrincante, Fabio Capello -muy parecidas, por cierto, a las de Pep Guardiola, el entrenador del Barça, el miércoles por la noche-. Capello denunció la "actitud defensiva" de Andorra; Guardiola dijo que el Chelsea no vino a jugar al fútbol.

Rodrigo puso en evidencia la ridiculez de las quejas de Capello al responder que si lo hubieran puesto a él de entrenador de Inglaterra (población, 50 millones) hubiera arrasado a la selección de Andorra (población, 80.000). Guardiola también estuvo ridículo. ¿Qué esperaba del Chelsea? ¿Qué va a hacer un equipillo cuya fuerza reside más en el coraje que en la técnica ante uno de los grandes equipos de la historia? ¿Atacar? ¿Ir tú a tú? Hubiera sido una locura, un suicidio.

Vale. Es verdad que la media de los ingresos anuales de los jugadores andorranos habría sido igual a la de los ingleses en un día, mientras que los jugadores del Chelsea seguro que ganan más que los del Barça. Pero el dinero no lo es todo. La mentalidad es lo que cuenta, y en este terreno los jugadores del Chelsea, su entrenador y su afición tuvieron la sagacidad de reconocer que, enfrentados a los chicos de Pep en un campo de fútbol, eran unos pobres hombres. Fueron incapaces, por supuesto, de crear ni una ocasión de gol. La única que tuvieron fue gracias a un pase de un defensa del Barça, Márquez, que encima tuvo la desgracia de lesionarse y se perderá la vuelta. Tampoco jugará Puyol, sancionado. Una faena para el Barça y casi un gol a favor para el Chelsea. Pero, como les gusta decir a los ingleses, la suerte favorece a los valientes. Igual una fina patada de Ballack acaba con Messi o Iniesta a comienzos del partido del miércoles. Puede que gane el Chelsea, posiblemente por penaltis. Sería una tristeza para los degustadores del buen fútbol. Pero ojalá, en aquel caso, que Guardiola esté a la altura; que reconozca el mérito de una posible victoria del Chelsea. Los triunfos de los pequeños y los mediocres contra los grandes también se deben celebrar.

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