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BARCELONA 0 - CHELSEA 0
Columna
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De Drenthe a Drogba

José Sámano

Disparen al pianista y puede que se desactive el Barça. Por la misma vía, casi lo consiguió el Madrid en la primera vuelta y anoche lo logró el Chelsea. Dos calcos: nueve jugadores por detrás de la pelota, un ariete tapón, unos cuantos carcelarios para Messi, Iniesta y compañía, y una catarata de faltas sin fianza arbitral (17 hizo el Madrid, 20 el Chelsea). Nada que ver con la volcánica eliminatoria anterior entre los londinenses y el Liverpool. Bien que lo sabía Hiddink, que se entronizó con una Copa de Europa al frente del PSV para la que no precisó una victoria desde cuartos.

En la previa, Hiddink sostuvo que a los blues no les ocurriría como al Bayern. El técnico holandés, estudioso él, debió rebobinar los dos vídeos. Qué no hacer como los bávaros y qué hacer como los madridistas. Al fin y al cabo han sido los dos duelos más exigentes para el Barça en su estadio. Tal fue la clonación, que hasta Drogba fue Drenthe. Al marfileño le detuvo Víctor Valdés, el mismo que frustró al holandés del Madrid cuando, en ambos casos, el Barça estaba emboscado en el 0-0. Eso sí, una diferencia. Una y otra jugada simbolizan la distancia entre aquel empequeñecido Madrid ?por las bajas y la zozobra institucional? y este Chelsea en plenitud. La ocasión de Drenthe fue fruto de un gran pase de Raúl, de una, al menos una, buena jugada. A Drogba, la asistencia se la dio Márquez. El Chelsea, que no tuvo una pizca de fútbol, fue aún más mezquino. Y no tenía excusas para comportarse como una escuadra de la Serie B a la que finalmente su oponente le hizo un racimo de ocasiones, muchas más de las que concedió el principiante Madrid de Ramos.

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Por aquellas fechas, el equipo azulgrana aún estaba lejos de la meta. Pero acabó entero ante el Madrid y su tránsito desde entonces resultó brillante e impecable. De aquella jornada también salió lanzado el cuadro de Juande, que convirtió la derrota en un fabuloso masaje de autoestima. Lo mismo podría esgrimir ahora el Chelsea, pero sólo tirará el cubilete una vez. A Hiddink, que no fue el animoso seleccionador de Corea o el vanguardista arquitecto de la Rusia de la Eurocopa 2008, no le valdrá atrincherarse como aquella noche que bajó la persiana en Eindhoven para defender un 1-1 logrado ante la Quinta del Buitre en Chamartín. Entonces, al PSV le faltó un icono central (Koeman); en Londres, al Barça le faltarán dos (Puyol, sancionado, y Márquez, lastimado). Para el próximo miércoles, el Barça ya se habrá dado una vuelta por Chamartín, donde llegará sin los rasguños de Drenthe y Drogba, pero con muchas más cicatrices y en el sprint final de la temporada. La jornada de ayer dejará secuelas para el clásico; el clásico condicionará la cita en Stamford Bridge. Con una diferencia: en los segundos envites, Madrid y Chelsea tendrán que ganar. Esta vez será al Barça al que le valdrá con no perder. El problema para los azulgrana es que no conocen otro registro que el de la vista al frente. Aunque de nuevo disparen al pianista no cambiará el repertorio. Cuestión de estilo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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