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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¡Seamos realistas!

No es bueno para un país tener altas tasas de interrupción de embarazo pero tampoco lo es manejar mal las cifras para ajustarlas a ocultos intereses. Estamos acostumbrados a escuchar informaciones del estilo "El aborto se dispara en España" o "El cambio de ley traerá como consecuencia un mayor número de abortos" sin que esas afirmaciones tengan una base real.

Todos los datos disponibles y oficiales sobre la incidencia de aborto en los países próximos muestran que nuestras mujeres, a pesar de las dificultades de acceso a una buena educación sexual y a servicios de planificación familiar -que incomprensiblemente han ido desapareciendo de nuestro mapa- se someten a un aborto en menor proporción que otras ciudadanas europeas. Se dirá, claro, que las cifras van año a año en aumento, obviando que es el proceso natural a partir de una mayor apertura legal, lo que en nuestro país ha sucedido mucho más tarde que en Francia, Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, Suiza, Austria, Suecia....

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Los países europeos con menores tasas de aborto tienen ley de plazos

Si se hacen las cosas bien, en breve llegaremos y nos estabilizaremos en unas tasas aceptables que, desde un punto de vista epidemiológico, podemos cifrar en 10-11 abortos por cada mil mujeres en edad fértil. Si alguien insinúa que eso es una barbaridad porque todo aborto debe ser evitado, o conoce poco el funcionamiento de la sexualidad humana, o infravalora las limitaciones para prevenir un embarazo no deseado -aún en el marco de la mayor responsabilidad posible-, o aprovecha la coyuntura de las cifras para denigrar a las mujeres, y de paso, a los políticos y sanitarios que las apoyan.

Y respecto a las desgracias que nos lloverán si finalmente se consigue una ley que respete la decisión de las mujeres al interpretar que con ella a la gente le va a gustar quedarse embarazada sin quererlo para luego abortar, tampoco se puede decir mucho desde la reflexión y el sentido común.

Lo que ninguna ley, por buena que sea, hace es eliminar el aborto. Lo que si puede hacer, que no es poco, es proteger a las personas que se acogen a ella, favorecer la tolerancia y el respeto entre personas que piensan de distinta manera, mejorar la atención sanitaria y social, reducir las desigualdades y la inequidad y disminuir el aborto de riesgo. La ecuación es clara: mejor educación sexual, más acceso a métodos anticonceptivos, incluido por supuesto el preservativo, mejores recursos preventivos y más apoyo a mujeres con dificultades que tienen un embarazo deseado, igual a menos abortos. O, lo que es lo mismo, quién está en contra de lo anterior, está promoviendo, se quiera o no, un incremento en las tasas de aborto.

Isabel Serrano Fuster es ginecóloga y presidenta de la Federación de Planificación Familiar.

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