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Nueve muertos al caer un avión turco con 134 ocupantes en Ámsterdam

Testigos del accidente aseguran que el aparato planeó antes de estrellarse

Isabel Ferrer

Nueve personas perdieron ayer la vida cuando un avión de la compañía Turkish Airlines, procedente de Estambul y con 134 ocupantes, se estrelló en un campo cercano a una pista de aterrizaje del aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam. Las causas del siniestro están siendo investigadas por las autoridades holandesas, pero según varios testigos, "el aparato planeó como si hubiera agotado el combustible, para luego caer en picado y partirse en tres trozos".

Al menos seis de los 86 heridos ingresados en seis hospitales cercanos se encontraban anoche en estado crítico. La situación de otros 25 supervivientes era también muy grave. La línea aérea de bandera turca no figura en la lista de compañías peligrosas elaborada por la UE, aunque en las tres últimas décadas ha sufrido una decena de accidentes.

"Los que iban atrás quedaron atrapados entre hierros", relató un superviviente
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A pesar de la confusión inicial, los expertos sostenían anoche que las condiciones meteorológicas no contribuyeron al accidente. La mañana gris y con neblina no entorpecía la labor del personal de Schiphol, el quinto aeropuerto más transitado de Europa.

El Boeing 737 (un aparato con siete años de antigüedad) tampoco parecía presentar problemas. Sin embargo, hacia las 10.30 de ayer el personal de la torre de control señaló que "había desaparecido un avión" de las pantallas. El aparato de Turkish Airlines empezó entonces a planear como si se le hubieran parado los motores y "cayó del cielo a plomo", según explicó Pieter van Vollenhoven, responsable del Consejo de Seguridad que investiga las causas de los accidentes en Holanda. "Las dos cajas negras han sido encontradas ya", precisó.

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A pesar de que el avión perdió los motores en el impacto y se rompió en tres partes, no se produjo ningún incendio. Según los servicios de rescate, las llamas se habrían cobrado muchas más víctimas mortales.

Uno de los supervivientes más serenos fue Mustafa Bahcecioglu, empleado de seguridad en los ferrocarriles holandeses que regresaba de un viaje a Estambul. "Me despertó una sacudida y noté que el avión perdía el equilibrio y chocaba contra el suelo. Al principio se hizo un gran silencio, luego empezaron los gritos. Era un baño de sangre. Ayudamos a las mujeres y los niños a salir, pero los que iban atrás quedaron atrapados entre hierros. Ha sido una lucha por sobrevivir. Es como si me hubiera tocado la lotería, porque no tengo ninguna herida", relató.

Mustafa Matman, otro pasajero turco que resultó ileso, admitió que le resultaba difícil "pensar en la gente que lloraba y no podía abandonar la cabina". Además de viajeros turcos y holandeses, en el vuelo había pasajeros británicos y estadounidenses.

A última hora de la noche fueron rescatados los cuerpos de tres tripulantes, entre ellos el piloto y el copiloto, que seguían atrapados en la cabina, según Michel Bezuijen, alcalde en funciones de Haarlemmermeer, localidad a la que pertenece el aeropuerto de Schiphol.

Desde Estambul, la línea aérea turca fletó de inmediato un aparato con los familiares de los pasajeros. El presidente de la compañía, Temel Kotil, subrayó que el comandante "era un piloto experimentado".

Vídeo: CNN+

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