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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Catarsis necesaria

en el PP

No hay mal que por bien no venga y bien podría el PP intentar liberarse del peso de una realidad que se le hace cada vez más pesada para purificarse.

Eso es la catarsis, una experiencia interior purificadora, provocada por un estímulo externo.

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Más allá de la investigación judicial en curso, que permitirá depurar concretas conductas de la red mafiosa que se acaba de desbaratar, lo cierto es que los datos sobre escándalos de corrupción, espionaje y otras corruptelas de cargos y funcionarios nos tienen abrumados a los ciudadanos, que asistimos pasmados a la anestesia que se está aplicando el partido en cuya órbita están apareciendo estos casos. El PP más parece vivir la situación como un temporal esperando a que escampe que como el tumor maligno que les ha crecido y que necesita, pero ya, del bisturí. No lo tiene tan difícil. Todos los casos que se están detectando se circunscriben a dos comunidades autónomas y, no nos engañemos, identificar las manzanas podridas no es complicado. Si cree el partido que el escándalo que les supondría ceses y despidos fulminantes es un coste político demasiado alto se equivoca y, aunque así fuese, es el precio que le toca pagar por su culpa in vigilando. Si está a verlas venir (o sea, a ver qué imputaciones judiciales se van produciendo) sólo el partido será responsable de que siga habiendo podredumbre en su seno.

A nadie escapa que el PP, un partido tan respetable como respetado, tiene en este momento la posibilidad y los medios de hacer limpieza a fondo, sólo hace falta intención y voluntad de hacerlo. Si no lo hace, los ciudadanos se lo demandaremos porque poco puede herir más nuestra conciencia ciudadana que responsables de la cosa pública se apropien o distraigan el dinero de todos en su provecho e interés y con el enriquecimiento de unos pocos. El PP no puede permitirse seguir tolerando en su seno, a ciencia y paciencia, personas sospechosas de indignidad.

Aprovechen, pues, la situación como estímulo para una experiencia catártica, se sentirán liberados y aliviados; y los ciudadanos, que empezamos a estar asqueados, se lo agradeceremos.

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