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Entrevista:DESAYUNO CON... CARLA DEL PONTE

"No me arrepiento de nada de lo que he hecho"

Soledad Gallego-Díaz

Es posible que Carla del Ponte sea hoy uno de los embajadores más protegidos en Argentina. La culpa no la tiene el país que representa, la pacífica Suiza. Sucede que Del Ponte es también la fiscal del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia que llevó a la cárcel a Slobodan Milosevic y a otros dirigentes y militares serbios y croatas, acusados de crímenes contra la humanidad, violación de las Convenciones de Ginebra y genocidio, cometidos durante la guerra en Croacia, Bosnia y Kosovo. Y antes de eso, fue la fiscal general de Suiza que investigó los vínculos de la Mafia siciliana con especialistas en lavado de dinero de su país, la llamada pizza conexión, y que escapó por los pelos de un atentado en su casa italiana. No es de extrañar que entrar en su oficina, en el centro de Buenos Aires, sea casi tan difícil como penetrar en una cámara acorazada.

La embajadora suiza en Argentina llevó a la cárcel a Slobodan Milosevic

Recostada en un sofá de su despacho y compartiendo café y agua, en una calurosa mañana del verano porteño, Del Ponte, 62 años, se siente risueña y alegre. Le gusta su nuevo trabajo, aunque reconoce que es lo menos parecido posible a su cometido anterior. "Desde luego, un fiscal no es nada diplomático", se ríe. "Aunque la verdad es que yo como fiscal tuve muchísimos contactos internacionales", confiesa. "La función de embajadora no me era extraña". En cualquier caso, el nuevo trabajo debe ser una especie de descanso merecido. "No me arrepiento de nada de lo que he hecho", dice. "Pero me alegra estar aquí. Le estoy muy agradecida a mi Gobierno por haberme dado esta oportunidad".

"¿Sabe que aquí hay una buena colonia de suizos? [16.000]. Procuro viajar mucho por el país y estar en contacto con ellos". Lo malo es que también hay una buena colonia de ex yugoslavos y que fue precisamente aquí, en Argentina, donde se refugió inicialmente uno de los criminales de guerra, serbio, que ella persiguió y logró ver extraditado a La Haya.

La embajadora suiza es una mujer pequeña y de aspecto frágil, pero es cualquier cosa menos débil. Nadie la querría de oponente. ¿Con ese carácter es fácil ser embajadora? "Bueno, no se puede cambiar de carácter a mi edad, ¿no cree? Pero no creo que para tener una responsabilidad institucional, para ser embajador, sea preferible una persona sin carácter". ¿Es difícil vivir con tantas medidas de seguridad? "Viajo bastante por el país y disfruto de la intensa vida cultural de Buenos Aires. No tengo miedo. Aunque he estado amenazada y sé lo desagradable que resulta".

"¿Vegetariana, yo? ¿De dónde pudo salir esa idea? No, me encanta la carne, sobre todo la de aquí. ¿Se ha fijado usted en como la asan?". La embajadora se ríe ante los intentos de alguna prensa por presentarla como una persona ascética, obsesiva y extremadamente dura. En realidad, sólo se pone realmente seria cuando habla de la cárcel de Guantánamo. "La decisión del presidente norteamericano, Barak Obama, de cerrarla es la decisión correcta". Cree posible que con él EE UU termine firmando el tratado de adhesión al Tribunal Penal Internacional. "Sería muy importante que lo apoyara, como hizo al principio, con la Administración del presidente Clinton y con Madeleine Albright como secretaria de Estado".

Cuando acabe esta etapa, ¿volverá ella a ser fiscal? "No, no. Es un trabajo hecho y acabado". Al salir, detrás de nosotros se van cerrando puertas blindadas.

Carla del Ponte: "No tengo miedo, aunque he estado amenazada".
Carla del Ponte: "No tengo miedo, aunque he estado amenazada".R. CEPPI

Embajada suiza en Buenos Aires

- Café, agua, pasteles.

Cortesía de la anfitriona

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