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Barak: "El juez vive en un mundo al revés"

El Gobierno israelí se prepara para una oleada de querellas por crímenes de guerra y contra la humanidad ante los tribunales de varios países y ante la Corte Internacional de Justicia por los métodos empleados por el Ejército en el demoledor ataque de 22 días contra Gaza. El empleo de bombas de fósforo en zonas densamente pobladas y los ataques contra instalaciones de Naciones Unidas y barrios enteros próximos a la frontera mataron a cientos de inocentes, entre ellos más de 400 niños y un centenar de mujeres. En muchas ocasiones se advertía minutos antes a los propietarios de que sus viviendas serían demolidas, pero la Abogacía General Militar autorizó también a la aviación a no avisar a los civiles que se hallaran cerca de un objetivo militar.

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En la guerra que concluyó el 19 de enero, dos dirigentes de Hamás (Said Siam y Nizar Rayan) perecieron en similares circunstancias a las de Salah Shehade, cuyo asesinato junto a 14 personas con una bomba de una tonelada, en julio de 2002, ha desencadenado el procesamiento de siete dirigentes políticos y jefes militares israelíes. Ehud Barak, ministro de Defensa, tachó de "alucinante" la decisión del juez Fernando Andreu. "Quien califique el asesinato de un terrorista de crimen contra la humanidad vive en un mundo al revés", añadió Barak, cuyas palabras reflejan la justificación de la muerte de inocentes si se elimina también a milicianos palestinos.

El primer ministro, Ehud Olmert, aseguró la semana pasada que el Estado ofrecerá a los eventuales acusados toda la ayuda legal necesaria, y después la censura militar ha prohibido publicar la identidad y las fotos de los oficiales que participaron en la devastación de viviendas. "Cuando los daños causados en Gaza afloren, no podré ir de vacaciones a Amsterdam, sólo al Tribunal Internacional", declaró un ministro, no se sabe si bromeando o no.

El comportamiento de muchos soldados fue brutal. "Estamos siendo extremadamente violentos", declararon sus propios mandos. Los palestinos cuyas casas fueron ocupadas por los soldados denuncian el robo de sus ahorros y joyas, y las pintadas que dejaron los militares en las paredes de las viviendas son explícitas: "Los árabes deben morir", "Haz la guerra, no la paz".

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