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Crisis energética en la UE

Rusia retrasa el flujo del gas por los reveses en la negociación con Ucrania

Medvédev exige a Timoshenko que retire los añadidos del acuerdo

Media Europa esperaba ayer con impaciencia que Rusia reanudara por fin el envío de gas a la UE a través de Ucrania, después de mantener el grifo cerrado durante cinco días. Pero la desconfianza entre Moscú y Kiev lo impidió. Rusia rechazó los añadidos hechos por Ucrania al protocolo para la supervisión del tránsito del gas, que se había firmado en la madrugada del domingo gracias a las gestiones del primer ministro checo Mirek Topolanek.

La primera ministra ucrania, Yulia Timoshenko, agregó a mano en el documento, firmado previamente por Rusia y la Unión Europea, que Kiev no se ha quedado ilegalmente con gas ruso y que ha cancelado toda la deuda con Gazprom.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev rechazó tajantemente los añadidos, que calificó de burla al sentido común. "Considero que quienes han firmado ese documento con reservas deben entender las consecuencias legales de sus acciones", dijo, para añadir que lo consideraba "nulo y sin valor". "No lo aplicaremos mientras esa reserva no sea retirada", dijo Medvédev a su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov durante una conversación mostrada por la televisión rusa. Medvédev, sin embargo, se mostró dispuesto a reanudar de inmediato los suministros a Europa si Kiev retiraba el agregado.

Putin calcula que la disputa ha causado a Rusia pérdidas de 600 millones
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Anoche, Topolanek llamó a su homólogo ruso, Vladímir Putin, para decirle que los añadidos hechos por Timoshenko no son vinculantes y fuentes de la UE indicaron que Ucrania había aceptado volver a firmar el documento, aunque no está confirmado oficialmente.

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La compañía estatal rusa Gazprom había exigido a lo largo de todo el día la copia del texto firmado sobre el despliegue de observadores que controlarán el tránsito del combustible por el territorio del país vecino para reanudar el suministro. La Comisión Europea respondió de forma tajante: "No hay razón para retrasar más el envío de gas".

La llamada guerra del gas entre Ucrania y Rusia ha provocado problemas de suministro en al menos 18 países del este y el centro de Europa. Cientos de miles de ciudadanos están pasando sin calefacción y agua caliente un invierno especialmente frío. Todo indicaba que el acuerdo para que el gas volviera a la UE -que cubre casi un tercio de su consumo de gas con combustible ruso y un 80% de éste llega a través de Ucrania- estaba muy cerca. No ha sido así de momento.

Entre las demandas rusas para abrir de nuevo el flujo está el que todos los observadores lleguen a las estaciones de bombeo donde realizarán el control. La UE aseguró ayer que la misión de observadores estaba "prácticamente" desplegada.

La actual disputa se inició el 1 de enero, cuando Gazprom cortó el suministro de gas a la compañía ucraniana Naftogaz por el impago de una deuda y por falta de acuerdo sobre el precio del gas que le iba a vender en 2009. Días después, Gazprom cortó el gas que bombeaba a la UE a través de Ucrania alegando que Kiev lo robaba.

El acuerdo alcanzado durante el fin de semana puede devolver el gas ruso a la UE, pero no soluciona el problema de fondo. Ucrania seguirá sin recibir gas hasta que pacte un precio para el combustible, lo que deja abierta la puerta a futuros problemas. Medvédev ya advirtió ayer que si, una vez reanudado el suministro a la UE, notan que Ucrania se está quedando con parte del gas ruso, Gazprom disminuirá el bombeo en la misma cantidad que falta y si "el robo" de combustible continúa, de nuevo puede cesar completamente el flujo hacia Europa.

Tanto el presidente ucranio, Víctor Yúshenko, como la primera ministra, Yulia Timoshenko, niegan categóricamente que su país se haya apropiado ilegalmente del gas ruso.

Los observadores internacionales ya han llegado a la localidad rusa de Sudzha, en la frontera con Ucrania, donde está una de las estaciones de bombeo. A Ucrania, los expertos extranjeros empezaron a llegar el sábado y ayer ya estaban en sus puestos listos para empezar a trabajar. El problema es que, de momento, no había nada que controlar, porque el gas aún no fluía desde Rusia. Gazprom tiene todo preparado para enviar a sus representantes, pero no lo hará hasta que no reciba el documento del protocolo con las firmas de los ucranios sin ningún añadido.

Mientras tanto, Rusia está perdiendo unos 120 millones de dólares (cerca de 89 millones de euros) diarios debido a la guerra del gas, según han calculado los expertos. Estas pérdidas comenzaron el miércoles pasado, cuando cesó el flujo hacia Europa, pero ya antes, con el cierre del grifo del gas destinado a Ucrania, ya habían perdido 40 millones de dólares. Putin estima que las pérdidas en las que Rusia ha incurrido alcanzan 800 millones de dólares (600 millones de euros) en total.

En el este de la UE, la situación sigue siendo desesperada. Bulgaria continuará hasta mediados de semana, como mínimo, sin recibir combustible. El Gobierno destrozó ayer las esperanzas de los incautos al declarar que el país no puede recibir, por cuestiones técnicas, el gas que le había prometido Ucrania de sus propias reservas. La única buena noticia del día fue saber que las crudas temperaturas comenzarán a moderarse esta semana.

El escepticismo con que acogieron algunos búlgaros el sábado las noticias sobre el socorro energético que ofrecía Ucrania se vio confirmado ayer por el ministro de Economía y Energía, Petar Dimitrov, al confirmar que no hay posibilidad de unir su gasoducto con el que desde Rumania debería permitir la llegada de unos dos millones de metros cúbicos de gas ucraniano. Es conocido, y se ha dicho, que Bulgaria no tiene otra vía de conexión gasista que la línea que procede de Rusia y atraviesa Ucrania. El que se anunciara primero que habría alivio vía Rumania y se desdijera luego esa posibilidad no hizo sino aumentar la frustración de los búlgaros con la gestión, por su Gobierno, de una crisis que tiene demasiados cabos sueltos.

La cantidad prometida por Ucrania vendría a reforzar los cuatro millones de metros cúbicos que Bulgaria extrae diariamente de su única reserva para atender parcialmente un consumo que en condiciones normales es de 10 millones. No iban a mejorar mucho los búlgaros, con el 60% de sus necesidades cubiertas, pero tendrán que seguir conformándose con el 40% que apenas calienta los radiadores de los edificios con canalizaciones modernas.

Bulgaria continuará esperando el arreglo entre Rusia y Ucrania, al que habría que añadir otras 24 horas para el pleno funcionamiento de la línea de gas en el país. Dimitrov evaluó el sábado en 58 millones de levas (unos 29 millones de euros) sólo el coste directo de la crisis que en Bulgaria estalló el pasado martes.

Yulia Timoshenko saluda ayer al checo Mirek Topolanek en Kiev.
Yulia Timoshenko saluda ayer al checo Mirek Topolanek en Kiev.AP
Húngaros recogen leña para paliar el frío por la falta de calefacción en las afueras de la ciudad de Miskolc, 180 kilómetros al este
de Budapest.
Húngaros recogen leña para paliar el frío por la falta de calefacción en las afueras de la ciudad de Miskolc, 180 kilómetros al este de Budapest.AP

¿Fin de la guerra?

- Términos del acuerdo. Ucrania y Rusia han firmado un acuerdo para el despliegue de observadores (europeos y de las partes enfrentadas) para que vigilen el tránsito de gas a la UE a través de Ucrania.

- A falta del precio. No se ha cerrado la disputa de fondo. Rusia y Ucrania aún no se han puesto de acuerdo sobre el precio que Moscú cobraría a Kiev por el gas en 2009 y, mientras, Gazprom seguirá sin bombear gas a su vecino, lo que puede generar más problemas en Europa.

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