La abuela Carmen tiene la mirada fija en la chimenea. Hoy no quiere hablar. Ha pasado la noche en vela a cinco metros de la chabola donde el viernes ardieron dos de sus nietos, Francisco y David Vargas. El mayor de un año, el menor de tres meses. Ayer algunos familiares esperaban en las otras dos casuchas del pequeño núcleo chabolista, al final del llamado Camino de la Rabia.
La asociación Adevida, entre cuyas actividades más destacadas, según sus memorias anuales, se encuentra la de solicitar al papa Benedicto XVI que rece por esta "España a la que el Gobierno quiere descristianizar", recibe de la Comunidad de Madrid más de un millón de euros al año, a repartir con otra organización católica.
Sábado de madrugada, 2.45, en una de las paradas de Ginzo de Limia (El Pilar) de la línea del búho nocturno N-23. Se abre la puerta del autobús y José Antonio Felipe deja pasar a una pandilla, una veintena de jóvenes de entre 20 y 25 años.