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Un hombre mata a su esposa y deja el cadáver dos días en la cama

"No va a contestar. La he matado", dijo el asesino, de 74 años, a sus hijos

F. Javier Barroso

Dos días con el cadáver de su esposa en la cama. Así ha estado Carlos Domínguez Masero, un hombre de Alcorcón (165.000 habitantes) de 74 años que anoche fue detenido, acusado de asfixiar a su mujer, Hortensia Martín Pérez, de 72 años. El cuerpo no fue hallado hasta ayer tarde, cuando entraron dos hijos en la casa de los padres. No respondían al teléfono. Al llegar, cuando preguntaron por la madre, él les dijo: "Tranquilos, no va a contestar. La he matado yo".

La mujer había denunciado en enero de este año a su esposo por malos tratos, pero pidió que se retirara la denuncia tras negarse a ser reconocida. No había orden de alejamiento ni medidas de protección, según fuentes policiales y judiciales. El crimen eleva a 61 los homicidios en la región en este año, de los que 12 (incluido éste) han sido por violencia machista.

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El hijo mayor del matrimonio, Mario, explicaba ayer tarde en el portal de la casa, bastante tranquilo, que su padre sufrió un ataque la noche del lunes. "Chillaba y golpeaba las paredes. Tenía la cara desencajada". Los vecinos avisaron a la policía y fue trasladado a urgencias de la Fundación Hospital Alcorcón. Fue reconocido y le dieron el alta de madrugada. "Si estaba tan mal no entiendo por qué le dejaron marchar. Alguien tendrá que dar explicaciones en su momento", se lamentaba ayer el hijo.

A su regreso fue cuando, supuestamente, la mató. Le puso la mano en la boca y le impidió respirar, según explicó el parricida confeso. La asistenta no pudo entrar el martes en el piso, el 2º A del número 3 de la calle del Retablo, en el centro de Alcorcón. Lo mismo ocurrió ayer, por lo que decidió avisar a los hijos.Dos de los tres hijos fueron alrededor de las tres de la tarde a casa de sus padres al ver que tampoco atendían las llamadas telefónicas. Tocaron el timbre y les abrió su padre, que estaba "muy sereno", según Mario. Le preguntaron por la madre y les respondió que estaba en la habitación. Cuando fueron a entrar a verla, el progenitor les espetó: "Tranquilos, no va a contestar porque la he matado yo".

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En efecto, la mujer estaba muerta sobre la cama -el médico forense determinó, según Mario, que llevaba unos dos días sin vida-. Los hijos llamaron a la policía, que detuvo a Carlos Domínguez, sin que éste opusiera resistencia. Fue trasladado en un coche de la Policía Municipal poco antes de las siete. Salió de la vivienda con aspecto de una persona ida o concentrada en sus pensamientos. Pasó delante de su hijo mayor, que estaba hablando con los periodistas. No hubo ni un intercambio de miradas.

Así acababan 47 años de matrimonio. El martes, el detenido cumplió 74 años. "Ésa fue su particular forma de celebrarlo", decía irónico el hijo con una tranquilidad que sorprendía.

Supuestamente, Carlos tiene problemas mentales, de los que no ha sido tratado. "Mi padre era una persona muy agresiva. Siempre le estaba diciendo que cualquier día no se iba a levantar. En cualquier momento tenía un arrebato de ira. Tenía doble personalidad. Ante la gente de la calle era amable. En casa era muy violento con mi madre", explicó Mario. "Era una persona muy difícil y no se dejaba tratar. Con mi madre tenía algo muy especial. Llegó a decir que era o él o ella. Y al final ha sido ella", añadió sin inmutarse.

La mujer había denunciado a su esposo el pasado 14 de enero. Dos patrullas de la Policía Municipal de Alcorcón acudieron al domicilio familiar, tras llamarlos la mujer. Aseguró en aquel momento que su marido la había pegado; éste dijo que la había dado con un palo de la escoba. Los agentes hallaron el domicilio en orden y al marido tumbado en el salón con problemas de movilidad.

La mujer no ratificó la denuncia en el Juzgado de Instrucción número 6 de Alcorcón. Se negó a que la reconociera la médica forense y pidió al magistrado que archivara la causa. "No he tenido ningún problema con mi marido. Estoy en tratamiento médico porque sufro fuertes dolores de cabeza y en la nuca, y pierdo el equilibrio", afirmó ante el juez, que el 12 de marzo decretó el sobreseimiento y el archivo del caso.

El hijo de la fallecida aseguró que su madre no quiso seguir con la denuncia porque tenía miedo de que su padre tomara represalias contra ella. "Mi madre era muy blanda. También por ese cariño que le tenía siempre se echaba atrás. Cogió un poco de miedo por los golpes que recibía", mantuvo Mario.

El homicida confeso trabajó como ayudante de jefe de obra durante gran parte de su vida. Se prejubiló y decidió marcharse a su pueblo natal, Gallegos del Pan (Zamora), donde tenían una vivienda. Allí estuvo unos 17 años, en los que no quiso saber nada de su familia. Tan sólo pasaba algún dinero para el mantenimiento de los tres hermanos (dos varones y una mujer).

Hortensia Martín tuvo que ponerse al frente del hogar y sacar adelante a sus hijos. Para ello, limpiaba casas, planchaba y no rechazaba ninguno de los trabajos que le salían, según recuerda su hijo. Sin embargo, hace unos ocho años Carlos Domínguez regresó a Alcorcón y se instaló en el piso familiar. Y con él, los problemas para la mujer. No había logrado salir de las fuertes depresiones que sufría cuando se le sumaron los malos tratos, los insultos y las vejaciones. "Era muy frecuente oír ruidos y golpes. Muchas veces ella salía de casa y se refugiaba en el hueco de la escalera. Estaba aterrorizada", explicaron dos vecinas.

Poco a poco, los tres hijos se fueron marchando del hogar familiar y del mismo modo se fueron agravando los problemas en el matrimonio. "Precisamente la ha tenido que matar él, a la más débil, con el amor que ella le tenía", confesaba el hijo. Los Servicios Sociales de Alcorcón atendieron a la mujer durante muchos años. "Pero cuando regresó él ni se acercaban. Él las insultaba y las amenazaba con pegarlas. Era muy celoso", añadieron las vecinas.

Carlos Domínguez (en el centro) sale de su casa detenido por la policía.
Carlos Domínguez (en el centro) sale de su casa detenido por la policía.F. J. B.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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