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Reportaje:

Elogio de la modernidad

'Ilustración y Liberalismo' evoca en el Palacio Real el Bicentenario de 1808

Ilustración y Liberalismo es el título de la exposición que, desde el Palacio Real de Madrid, relata el tránsito de aquellos dos pujantes momentos del pensamiento acaecidos consecutivamente en España en el preludio de la Edad Contemporánea y que tanto contribuyeron a zanjar el Antiguo Régimen. La muestra, inaugurada el viernes por el Rey, se inserta en las conmemoraciones del Bicentenario de la Guerra de la Independencia y ha sido organizada por el Ministerio de Cultura, a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, y la Fundación Rafael del Pino.

A lo largo de 12 salas y mediante un sorprendente despliegue de obras de arte, documentos y objetos pertenecientes al Patrimonio Nacional, más otros prestados por 50 entidades distintas, se intenta destilar la atmósfera intelectual que entre 1788 y 1814 propició aquellos cambios que transformaron decisivamente la realidad del país.

Se exhiben dos pequeños cuadros de Goya del despacho del Rey
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Los comisarios de la exposición, Emilio La Parra, Carlos Sambricio y José Luis Sancho han encarado el reto de traducir en términos plásticos y tangibles lo que fue una lenta maceración, no siempre lineal, de ideas y propósitos, de cuyas más importantes manifestaciones la muestra da cuenta. Para ello, desde el mundo del arte, han recurrido al principal notario de la época, Francisco de Goya, cuyo asombroso pincel retrató a los más egregios protagonistas, coronados o ilustrados, de aquel tránsito crucial, con la impronta en sus rostros -como muestra el dedicado a su amigo el poeta Juan Meléndez Valdés- de toda la contradictoriedad de una época signada por el difícil encaje entre tradición, razón y libertad. Y ello bajo la vigorosa estela de la Revolución Francesa, más el ambicioso empuje de Napoleón Bonaparte.

De su influjo, Francisco de Goya tampoco pudo sustraerse, por haber militado, tal vez a su pesar, en el bando del rey impuesto José Bonaparte, del cual se expone un espléndido lienzo de François Gérard, el barón que retratara al rey corso con el gran manto azul y oro de la Orden Real de España, por él creada. La presencia de un cuadro de este monarca en el Palacio Real no tiene precedente; revela respeto por la Historia y filtra deportividad ante ella.

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No obstante, se relata con otros excelentes lienzos parte del expolio sufrido por España tras la retirada de las tropas de Bonaparte, que arramblaron con miles de obras de arte directamente robadas de palacios, museos, conventos y monasterios: desde una Inmaculada y un San Antonio pintados por Rafael Mengs para que acompañaran siempre al rey Carlos III -el primero de esos lienzos hoy felizmente recobrado por Patrimonio Nacional tras años de extravío- hasta Cristo y la mujer adúltera, de Anton van Dyck, o Santa Isabel curando a los tiñosos, obra maestra de Bartolomé Esteban Murillo, sevillano como Velázquez, aunque con más impacto que éste en Francia e Inglaterra.

En la exposición destacan otros dos pequeños pero espléndidos cuadros de Goya sobre fabricación de armas y de pólvora, que decoran el despacho del Rey Juan Carlos I en el palacio de la Zarzuela.

Buena parte de la apuesta diferencial de esta exposición se manifiesta en una rica planimetría que refleja, en los ámbitos del urbanismo y de la arquitectura, la concreción práctica de las ideas ilustradas en hospitales, colegios, gimnasios y cementerios. Un plano para reconstruir San Sebastián es todo un símbolo de la nueva racionalidad urbana. El empuje liberal se hace visible al visitante a través de textos del Cádiz constituyente de 1812: causa emoción esparcir la mirada sobre aquellos libros que parecen rezumar, aún, anhelos de emancipación y progreso.

Ilustración liberalismo 1788-1814. De 9.30 a 18.00. Hasta el 11 de enero. Palacio Real. Entrada gratuita. Calle de Bailén, s/n.

A la izquierda, un lienzo recobrado de Bartolomé Murillo. En el centro, Fernando VII y a la derecha, José I Bonaparte.
A la izquierda, un lienzo recobrado de Bartolomé Murillo. En el centro, Fernando VII y a la derecha, José I Bonaparte.GORKA LEJARCEGI

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