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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Periódico

Carlos Boyero

No me acostumbro a lo de pagar un euro y 10 céntimos cada mañana al comprar este periódico. No pretendo ser frívolo, pero me siento agredido por esa chatarra tan cara que me agobia en el pantalón, porque el quiosquero no tenga monedas para devolverme el cambio. Imagino que lo de los 10 céntimos supone un obligatorio prestigio para los lectores progresistas, para los que saben que la calidad siempre sale barata, pero yo me mosqueo, odio pagar un suplemento por sentirte confortado y selecto.

Pero levantándome de la cama con cansancio, con hipocondria o con extraña normalidad, con destructora resaca o en delirante plan "Viva la gente", afirmándome en la vida o renegando de ella, recordando con mala hostia o con una sonrisa, esperando algo o nada, vomitando el café o encontrándolo tan estimulante como la cocaína, compro EL PAÍS como un ritual desganado y me reconcilio con la inteligencia, me afirmo en esa cosa tan compleja llamada existencia. Gracias a un artista tan lúcido como tenebroso llamado El Roto, alguien que siempre me provoca un necesario escalofrío; a Forges, ese insustituible retratista de la tragicomedia humana que transmite la realidad con más mordacidad, gracia, comprensión y ternura que nadie; a Enric González, narrador y transgresor, hiperculto y sarcástico, vívido y leído, un lujo de escritura incluso cuando está desganado, un género insólito, una hipnótica voz propia. No sé quiénes firman El acento, pero derrocha talento, mala hostia, personalidad, el punto de vista menos enfático y más punzante, más entendible, heterodoxo, brillante y magnético sobre lo que pasa aquí y ahora.

A la una y cuarto de la madrugada me ofrece la televisión del talante el infierno de los cayucos. A esas horas pálidas de la noche sólo seremos testigos los desocupados, los perdidos, los que no tenemos que madrugar, los instalados. Deberían de programarlo en hora punta, para que los aterrorizados con causa se confortaran pensando que hay otros que lo pasan peor que ellos, para que no decidieran quemar bancos, inmobiliarias, a la clase política de cualquier signo. O a Gallardón. Ese abominable defensor de la dignidad humana.

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