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Entrevista:TROTAMUNDOS | Gorka Otxoa - Actor | EL VIAJERO HABITUAL

Cuatro vascos y el reggaeton

El actor donostiarra Gorka Otxoa, intérprete de la recién reestrenada Olvida los tambores en el madrileño teatro Amaya y de la serie de Cuatro Cuestión de sexo, rememora constantemente un viaje con tres amigos que hizo a Costa Rica. Y eso que su vida corrió peligro varias veces, según cuenta.

Ya sería menos.

Créame, la muerte se convirtió en una posibilidad hasta en tres ocasiones.

¿Por diferentes razones?

Sí, sí. La primera fue haciendo rapel en la reserva de Monteverde. Estalló una tormenta terrible, y estuvimos a punto de ser engullidos por la crecida del

río y aplastados por los desprendimientos.

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Sí que suena peligroso.

La siguiente vez fue en la playa de Jacó, un paraíso en el Pacífico costarricense. Nos soprendió que nadie se bañara, pero aun así nos metimos. Al final nos sacó un socorrista -luego le invité a una cerveza-, a lo Vigilantes de la playa, cuando ya no podíamos ni mantenernos a flote; nunca he visto una corriente tan fuerte.

¡Qué angustia!

Sin embargo, lo más peligroso nos sucedió en Puerto Viejo, en el litoral caribeño, donde tuvimos la mala suerte de estar en medio de un tiroteo que estalló por una disputa de celos entre dos mujeres; se implicaron las dos familias y acabó en balacera. Y eso que presenciar un tiroteo en Costa Rica es rarísimo; es uno de los países más seguros de Latinoamérica.

Entonces, no hubo más sustos.

Salvo las primeras noches, que nos aterraban unos alaridos en mitad de la selva -luego resultó que eran los monos aulladores-, el resto del viaje fue una gozada. Básicamente porque el patrimonio natural del país es espectacular, y encima lo respetan mucho. Una de las zonas en que más disfrutamos fue en la reserva nacional de Monteverde. Sobre todo, en un mariposario enorme con más de 40 especies distintas, y los circuitos forestales con pasarelas y tirolinas de hasta 500 metros.

Cuatro amigos y la noche costarricense. ¿Algo que añadir?

Nuestra estancia en el parque nacional del Volcán Arenal fue memorable. Aparte de que el sitio es una pasada -el volcán está activo, y la zona está plagada de baños termales-, las noches en el cercano pueblo de La Fortuna son una locura. Imagine a cuatro chicarrones vascos que no bailan ni aunque les paguen, dándolo todo a ritmo de reggaeton con tal de mantener un poco el compás que llevan allí.

¿No han repetido de nuevo todos juntos?

Sí, nos fuimos juntos a Vietnam, nos hicimos el país de punta a punta. Allí vi el paisaje más bello que he visto en mi vida: la bahía de Ha Long, en el norte del país. Fuimos en un barquito y vimos anochecer entre todas esas enormes formaciones de roca que sobresalen del mar.

¿Y alguna sorpresa culinaria que reseñar?

Arroz, fideos... Nada fuera de lo común. Si le digo la verdad, lo más exótico que he comido fue en un restaurante en Navarra que se llama La Merindad de Olite. Los antiguos chefs realizaban platos con todo tipo de insectos: hormigas, escorpiones, cucarachas, gusanos...

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