Conducción futurista
El Accord estrena avances en seguridad que acercan a la conducción automática del futuro. Se agrupan en el paquete opcional Innova, que incluye control de crucero adaptativo (ACC) y sistema de guiado de carril (LKAS) y prevención de impactos (CMBS).
El ACC permite programar la velocidad y la distancia con el coche de delante, y las regula sin que el conductor tenga que hacer nada. El LKAS lee las líneas de la carretera con unas cámaras, y al detectar que el coche se va a salir del carril, avisa con un pitido y gira el volante al interior para mantener la trayectoria. Y lo sorprendente es que puede guiar el coche en muchas curvas sin intervención del conductor, aunque se desconecta a los 12 segundos si se apartan las manos del volante. El CMBS controla la distancia con el coche delante y tensa los cinturones al detectar riesgo de colisión.
Al margen de estos extras, el Accord es muy fácil de conducir, da sensación de calidad y destaca por la suavidad y precisión de los mandos. La estabilidad es correcta, pero prima más el confort que la eficacia y, aunque circula con aplomo y es muy noble, balancea en las curvas. Los frenos paran bien y el control de estabilidad (VSA) actúa coordinado con la nueva dirección electrónica para ofrecer reacciones más seguras en situaciones de apuro.
El motor 2.2 turbodiésel rinde 150 CV, 10 más que antes, lleva un cambio de seis marchas muy logrado y ofrece unas prestaciones brillantes: es elástico a bajo régimen para reducir poco en ciudad y supera las 4.000 vueltas con alegría sin que se note el turbo. Así, adelanta con brío, llanea muy bien y afronta las subidas ganando velocidad. Y gasta poco para su tamaño: menos de siete litros en conducción tranquila, y ocho en ciudad y apurando las marchas.