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Columna
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Los valencianos merecen un mejor sistema de financiación

La balanza fiscal ha puesto de relieve que el sistema de financiación que implantó el PP en 1999 es manifiestamente mejorable y así lo haremos los socialistas en el Gobierno, desde el diálogo y el consenso. Los datos publicados esta semana invitan a una reflexión colectiva ya que la Comunidad Valenciana es una de las regiones con mayor déficit fiscal, según datos de 2005. Éste es el fruto del modelo aprobado en 1999 por los gobiernos del PP y que se vendió aquí como la solución a todos nuestros problemas con las bendiciones de Zaplana, Olivas y Camps, que no abrieron la boca para defender los intereses de los valencianos. Ahora vemos cuánta hipocresía esconde el victimismo.

De cada 100 euros que aportan los valencianos apenas hemos llegado a recibir -gracias al PP- 46 euros y ahora se entiende cómo durante ocho años de gobierno de Aznar apenas se hizo un 1,5% de las obras del AVE. Ahora entendemos por qué el Gobierno popular no aportó una sola gota de agua al sistema hídrico. Ahora se comprende por qué no se invirtió en los aeropuertos ni -si por Aznar hubiera sido- en la Copa del América.

Hay un dato que conviene que retengan y que no refleja la balanza fiscal del 2005, pero ya les adelanto que las inversiones en infraestructuras en la Comunidad se han más que duplicado respeto a la etapa PP, o lo que es lo mismo, por cada euro invertido por el PP, el Gobierno socialista ha puesto 2,5 de media durante la anterior legislatura. El Gobierno de Zapatero es el que más ha invertido en la Comunidad Valenciana en cada uno de los presupuestos. Conviene no olvidar que Aznar negoció el Plan Estratégico de Infraestructuras en Europa, siendo Loyola de Palacio comisaria de Transportes en la CE y Camps presidente de la Generalitat, y dejó fuera de las prioridades de financiación al AVE del Corredor del Mediterráneo, con el silencio cómplice de parte de la cúpula empresarial.

El PP ha jugado siempre con los valencianos desde la deslealtad de quien utiliza sistemáticamente los medios de comunicación públicos para mentir, para ocultar el retroceso que experimentamos en políticas sociales, tras fomentar durante años la especulación y sin invertir en competitividad, innovación e investigación en nuestras empresas. La publicación de la balanza fiscal es la constatación de la mentira. El sistema ha de ser justo atendiendo a la solidaridad pero también al necesario progreso del Arco Mediterráneo.

Confieso que me preocupa la inacción, el tancredismo y la sumisión del presidente del Consell porque corremos el peligro de que se utilice una vez más a las instituciones valencianas como sucursal de la calle de Génova, como caja de resonancia de un Rajoy que dice centrar un discurso que -fuera del argumentario- suena a lo que es, derecha pura y rancia.

Me preocupa cómo el presidente de la Generalitat mira hacia otro lado -siempre el mismo- cuando hablamos de parados valencianos sin que haga uso de sus competencias para contribuir a salir fortalecidos de esta crisis.

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Me inquieta que quienes han fomentado la especulación, la proliferación de PAI y la destrucción del territorio no asuman sus responsabilidades y sigan, sin dar cuenta a nadie, como otras tantas veces ha ocurrido.

Ni hacen, ni dejan hacer y ni tan siquiera dan cuenta a los ciudadanos, y así casi como de casualidad nos enteramos por una auditoría privada en Canal 9 que los valencianos debemos 1.200 millones de euros para mayor gloria del nepotismo por lo demás poco ilustrado.

El nuevo sistema de financiación debe garantizar la prestación desde la igualdad de servicios públicos de calidad a los ciudadanos y ha de mejorar la vertebración de los territorios.

En nuestro caso, es necesario tener en cuenta el incremento de la población y acelerar las inversiones en infraestructuras, muy especialmente, en las regiones mediterráneas donde se concentra casi la mitad PIB español. Es razonable compartir estos criterios con nuestros vecinos y relanzar el corredor mediterráneo como objetivo prioritario.

Un nuevo modelo de financiación es estrictamente justo y necesario por el fracaso del PP y para nosotros, los valencianos, es una oportunidad para que de una vez se hagan las cosas adecuadamente y no se hipoteque más nuestro desarrollo como ha hecho el anterior modelo que con gran alegría bautizaron -entonces juntos y en unión- como modelo Zaplana.

España no se puede permitir el lujo de que la locomotora pare por lo que es preciso invertir allí donde Aznar negó y Camps calló.

Ximo Puig es portavoz adjunto del Grupo Socialista de las Cortes Valencianas.

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