Cada día quedan menos dudas de que la influencia de Estados Unidos es planetaria. La última prueba es que los candidatos presidenciales norteamericanos hacen campaña en Jerusalén, Bogotá o Berlín como si estuvieran en Detroit, Denver o Kansas City. Alguien ha propuesto seriamente mantener uno de los tradicionales debates electorales en el extranjero.
Gordon Brown se hizo ayer una foto en Irak. Sonriente y protegido con chaleco antibalas, el primer ministro se dejó fotografiar casi como si empuñara una metralleta en el helicóptero que le trasladó a Bagdad desde Kuwait, donde aterrizó el avión que le llevó por la noche desde Londres, y antes de visitar a las tropas británicas al sur de Irak.
JUAN JESÚS AZNÁREZ | Madrid
La derrota parlamentaria de Cristina Fernández en el conflicto agrario reaviva el debate sobre el reparto real de funciones en el 'matrimonio presidencial'